En un giro inesperado, Vox ha arremetido contra Isabel Díaz Ayuso utilizando su propio discurso racista. La presidenta de la Comunidad de Madrid, conocida por sus polémicas declaraciones, afirmó recientemente que si tuviera una hija, querría que pudiera “pasear con una falda corta” sin temor.
Te puede interesar: Guardia Civil descubre agendas ocultas de la número tres de Ayuso, Ana Millán, que contendrían detalles de corrupción
Sin embargo, Vox ha aprovechado esta declaración para criticar la construcción de un centro de menores extranjeros no acompañados (MENAs) en Fuenlabrada, sugiriendo que Ayuso no quiere las mismas libertades para las niñas de este municipio.
La doble moral de Ayuso
La portavoz de Vox en el Congreso, Pepa Millán, no dudó en señalar la contradicción en las palabras de Ayuso.
“¿Acaso las niñas de Fuenlabrada no tienen derecho a llevar minifalda?”, cuestionó Millán, subrayando que la construcción del centro de MENAs en Fuenlabrada es una muestra de la hipocresía de Ayuso.
Esta crítica no solo pone en evidencia la doble moral de la presidenta madrileña, sino que también resalta el uso del racismo como herramienta política.
Un debate que ignora los derechos humanos
La discusión sobre la minifalda y la seguridad de las niñas es solo la punta del iceberg. En el fondo, este debate refleja una profunda falta de respeto por los derechos humanos y la dignidad de los menores extranjeros.
La construcción de centros de MENAs es una medida necesaria para garantizar la protección y el bienestar de estos jóvenes, muchos de los cuales han huido de situaciones de extrema violencia y pobreza1.
Según datos del Ministerio del Interior, en 2023, España acogió a más de 3,000 menores extranjeros no acompañados.
Estos jóvenes, en su mayoría procedentes de países en conflicto, necesitan un entorno seguro y acogedor para poder integrarse en la sociedad.
Sin embargo, la retórica racista y xenófoba de partidos como Vox y las contradicciones de líderes como Ayuso solo sirven para estigmatizar y marginar a estos menores.
¿Hacia dónde vamos?
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Queremos una sociedad que defienda los derechos de todos, independientemente de su origen, o una que utilice el racismo como arma política? La hipocresía y la doble moral no tienen cabida en una democracia que se precie de ser justa y equitativa.
FUENTES: El Plural