La ruta migratoria hacia Canarias, conocida históricamente por ser un corredor de migración africana, ha experimentado un aumento significativo de personas provenientes de Asia. Este último año, la isla del Hierro ha recibido numerosas embarcaciones de forma precaria con cientos de migrantes.
No obstante, lo ha llamado la atención, la pasada noche, es la cuestión de que más de la mitad de los migrantes embarcados eran asiáticos.
Factores como la violencia en países de origen, los efectos devastadores del cambio climático y un sistema de control de fronteras que favorece las rutas más peligrosas son los principales motores de este fenómeno. Según datos recientes, en 2023 más del 10% de los migrantes que llegaron al archipiélago eran de países como India, Afganistán y Bangladesh.
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El impacto del cambio climático ha agravado las crisis humanitarias en Asia. La subida del nivel del mar y los desastres naturales recurrentes, especialmente en regiones como el sur de Asia, han obligado a miles de personas a abandonar sus hogares. A esto se suma el recrudecimiento de conflictos armados y la inestabilidad política, como en Afganistán, donde la inseguridad y la represión han generado un éxodo masivo.
Sin alternativas viables en países vecinos, muchos recurren a redes de tráfico de personas que les dirigen hacia rutas cada vez más peligrosa, como la ruta canaria, que implica atravesar África y el Atlántico. Asociaciones como ONU y ACNUR han resaltado que numerosas niñas son obligadas a casarse y a abandonar la escuela y la mayoría de la población padece hambre extrema.
El control de fronteras, impulsado por acuerdos internacionales y empresas privadas de seguridad, ha desviado los flujos migratorios hacia zonas menos vigiladas, pero más letales. Mientras la industria del control migratorio florece, los migrantes asiáticos enfrentan un trayecto marcado por la explotación, las mafias y el peligro marítimo, y con mucho miedo e incertidumbre, ya que la deportación sería para ellos una situación desfavorable.
Las organizaciones humanitarias, como la española CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), han pedido más acción para abordar las causas estructurales de esta crisis, pero las soluciones aún parecen lejanas. Además, solicitan la apertura de vías más seguras y regulares hacia Europa, visados humanitarios y procesos rápidos y eficaces de reagrupaciones familiares.
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