
Fotografías del Patronato de Protección a la Mujer / El Solidario
Abusos físicos, sexuales y psicológicos
Testimonios como los de Consuelo García del Cid Guerra o Pilar Dasí Crespo revelan un sistema represivo oculto. El cual incluía trabajos forzados, castigos físicos, exámenes ginecológicos sin consentimiento y separación de madres e hijos recién nacidos. Muchas jóvenes fueron encerradas por pensar por sí mismas, huir del hogar o por ser víctimas de abusos. Algunas incluso pasaron por centros psiquiátricos donde sufrieron tratamientos agresivos.
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El papel de las congregaciones religiosas
Congregaciones como las Adoratrices y las Oblatas jugaron un rol clave en estos reformatorios. Hoy, muchas de ellas reciben subvenciones públicas para programas de ayuda social, sin haber rendido cuentas por su pasado. Solo ahora, tras años de presión y trabajo de activistas como García del Cid, algunas están dispuestas a reconocer el daño causado.
Más que un perdón, una reparación pendiente
Este acto no es un cierre, sino una oportunidad para abrir un verdadero proceso de reparación y memoria. La historia no puede repetirse. En tiempos donde los discursos autoritarios resurgen, es vital recordar que los derechos humanos no se negocian. No podemos permitir que el poder político o económico vuelva a someter la dignidad humana al silencio, al castigo o al olvido.
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