Indignación por la celebración de la Supercopa femenina en Arabia Saudí, un país machista y explotador de migrantes
María Luisa Abarca Sánchez 
Imagen de sport.es : El Solidario. FC Barcelona femenino en la Supercopa de 2022.
La posibilidad de celebrar la Supercopa femenina de fútbol en Arabia Saudí ha generado indignación y rechazo en diversos sectores. La propuesta, planteada como un ambicioso objetivo, enfrenta serios cuestionamientos por el contexto sociopolítico del país, donde las mujeres aún enfrentan numerosas restricciones y los derechos laborales brillan por su ausencia.
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La ética en el deporte frente al sportswashing en Arabia Saudí
Arabia Saudí ha sido señalado reiteradamente por su sistema machista que limita la vida de las mujeres bajo estrictas normas de tutela masculina. Aunque recientemente se han aprobado reformas superficiales, como permitir a las mujeres conducir, las condiciones generales distan de garantizar igualdad. Sumado a esto, el país enfrenta acusaciones de explotación laboral, especialmente hacia trabajadores migrantes, lo que lo convierte en un lugar altamente controvertido para un evento deportivo internacional.
Desde el entorno de varias futbolistas, fuentes citadas por el medio señalan que esta idea es poco factible debido a la oposición de las propias jugadoras. Para muchas, disputar un torneo de esta magnitud en un país que simboliza lo contrario a la lucha por la igualdad sería un contrasentido.
Además, expertos denuncian que esta propuesta podría formar parte de la estrategia de sportswashing de Arabia Saudí, destinada a mejorar su imagen internacional a través de eventos deportivos, ignorando las violaciones de derechos humanos y las limitaciones a la libertad que siguen vigentes.
A pesar del posible atractivo económico, la ética en el deporte no debería quedar relegada. El fútbol femenino representa una plataforma para visibilizar la lucha por la justicia y la equidad. Ceder a esta propuesta enviaría un mensaje contradictorio, alejándose de los valores de inclusión y respeto que este deporte promueve.
Elegir Arabia Saudí como sede no es solo una cuestión de geografía; es un retroceso en la lucha por la igualdad de género. El deporte debe ser un motor de cambio, no un aliado del autoritarismo.
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