España sigue sin avanzar en igualdad de género: ¿por qué nos conformamos con el cuarto puesto en Europa?
Silvia María Vicente Moya 
Imagen: infolibre.es. El Solidario. Grupos de mujeres participan en la manifestación convocada por la Comisión 8M del Movimiento Feminista de Madrid “contra todas las violencias machistas y el sistema patriarcal” con motivo del 25N, este lunes en Madrid.
En un mundo donde la igualdad de género debería ser una prioridad absoluta, España se estanca en su posición dentro de la Unión Europea, ocupando el cuarto lugar en el ranking de igualdad de género, según el informe anual del EIGE (Instituto Europeo para la Igualdad de Género).
A pesar de los avances legislativos y las políticas públicas implementadas, la diferencia entre palabras y hechos sigue siendo palpable, dejando a muchas mujeres en la sombra del progreso.
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El informe del EIGE revela que, aunque España mantiene una buena posición en comparación con otros países europeos, la igualdad real sigue siendo una utopía lejana. Mientras naciones como Suecia y Dinamarca siguen encabezando la lista, España lucha por superar una serie de barreras invisibles que frenan el avance verdadero: el techo de cristal, la brecha salarial y la violencia machista.
En este escenario, el informe muestra que, aunque hemos mejorado en algunos aspectos, la distancia entre la teoría y la práctica sigue siendo descomunal.
Una igualdad imaginaria
El camino hacia la igualdad parece cada vez más largo, y el informe del EIGE se convierte en un espejo que refleja la falta de un verdadero cambio estructural. España ocupa el cuarto puesto, pero el sueño de una sociedad igualitaria se desdibuja cuando se miran los números de la brecha salarial entre hombres y mujeres, el acceso desigual a posiciones de liderazgo y el continuo incremento de casos de violencia de género.
A pesar de los esfuerzos por parte de los gobiernos y las asociaciones, las cifras siguen dejando una sensación amarga de que la igualdad en la práctica es más una promesa que una realidad.
¿Hasta cuándo vamos a seguir conformándonos con un cuarto lugar cuando la igualdad de género debería ser nuestra meta más ambiciosa? ¿Estamos realmente dispuestos a cambiar, o seguirán las mujeres esperando en la fila de la igualdad?
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