Los recientes disturbios en el Reino Unido han puesto de manifiesto el doble rasero con el que se trata la violencia de la extrema derecha en comparación con otros grupos.
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Estos disturbios, que comenzaron tras la difusión de una campaña de desinformación antiinmigración, han dejado al descubierto la discriminación y el racismo latente en la sociedad británica.
El detonante de la violencia fue el asesinato de tres niñas en Southport, un crimen que fue rápidamente atribuido, sin pruebas, a un inmigrante musulmán.
Esta falsa acusación fue suficiente para que grupos de extrema derecha se lanzaran a las calles, atacando mezquitas y hoteles que alojaban a refugiados.
Estos ataques han dejado a muchas personas aterrorizadas y sin hogar, evidenciando la vulnerabilidad de los inmigrantes en el Reino Unido.
Doble rasero del Gobierno Starmer
La respuesta del gobierno británico, liderado por el primer ministro Keir Starmer, ha sido contundente pero insuficiente. Aunque se han desplegado miles de policías y se han realizado cerca de 500 arrestos, la violencia continúa.
Starmer ha condenado los disturbios, calificándolos de “matonismo organizado y violento”, pero la falta de medidas preventivas y de apoyo a las comunidades afectadas sigue siendo un problema.
La desigualdad en la respuesta a la violencia de la extrema derecha en comparación con otros grupos es alarmante. Mientras que las protestas pacíficas de movimientos antirracistas y pro-inmigrantes suelen ser reprimidas con dureza, los disturbios de la extrema derecha han sido tratados con relativa indulgencia.
Este doble rasero no solo es injusto, sino que también fomenta un clima de impunidad para los grupos violentos.
Los inmigrantes, que ya enfrentan enormes desafíos al huir de la crisis en sus países de origen, se encuentran ahora en una situación aún más precaria. Los ataques a sus lugares de refugio y la falta de protección adecuada por parte del gobierno británico son una clara violación de sus derechos humanos.
Es fundamental que se implementen políticas que garanticen la seguridad y el bienestar de todos los inmigrantes, independientemente de su origen.
En este contexto, es crucial que la sociedad británica y la comunidad internacional condenen enérgicamente la violencia de la extrema derecha y trabajen juntos para promover la equidad, la paz y la justicia.
La protección de los derechos de los inmigrantes y la lucha contra el racismo deben ser prioridades en cualquier democracia que se precie de ser justa y equitativa.
Fuentes: El Diario – BBC