La justicia no basta: La vergüenza eterna del abuso sexual
Carme Coma, víctima del abuso sexual por parte del futbolista Hugo Mallo, denuncia las profundas fallas del sistema judicial y la presión social en su camino hacia la justicia.
En 2019, Carme Coma, enfermera y animadora del Espanyol, mientras trabajaba disfrazada de la mascota del equipo, fue víctima de abuso sexual por parte de Hugo Mallo, exjugador del Celta de Vigo. Mallo aprovechó el momento para introducir sus manos bajo el disfraz de Coma y tocarle los pechos sin su consentimiento.
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El peso de la víctima nunca desaparece
Aunque logró una condena, Carme Coma reflexiona sobre la carga emocional y social que continúa soportando.
El deporte, una industria que idolatra a sus figuras, se ha convertido en terreno fértil para el abuso y el silencio cómplice. Carme Coma lo sabe bien. Durante cinco años, esta enfermera catalana ha luchado contra algo más que un abusador: enfrentó el escepticismo de una sociedad que, pese a la evidencia irrefutable, la hizo dudar de la justicia. “Aun teniendo las imágenes, no estaba segura de que me fueran a dar la razón”, confiesa.
Este miedo no es infundado. En un mundo que a menudo perdona las transgresiones de figuras públicas, el camino hacia la justicia está plagado de trampas. El sistema judicial, en vez de ser un pilar de apoyo, a veces parece una trampa burocrática. Y más aún, la sociedad espera que las víctimas, además de denunciar, carguen con la responsabilidad de transformar un entorno podrido por el machismo.
“No es una broma, es un delito”, sentencia Coma, recordándonos que el abuso sexual no es un “error” ni una “gamberrada”. Es un crimen, y las víctimas no deberían tener que demostrar una y otra vez su verdad.
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Fuente: publico.es