
Imagen de nytimes.com : El Solidario. Militares trasladando a un preso en Guantánamo.
En un nuevo capítulo de su política antiinmigrante, Donald Trump ha anunciado que firmará una orden ejecutiva para deportar a 30.000 migrantes indocumentados a la base naval de Guantánamo, un lugar tristemente conocido por sus violaciones a los derechos humanos.
Esta medida, que ha sido calificada como «inhumana» por organizaciones defensoras de los migrantes, refleja el giro hacia políticas cada vez más restrictivas y el auge de los discursos de ultraderecha que criminalizan a las personas en busca de refugio y oportunidades.
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Guantánamo: de prisión militar a centro de detención migratoria
Según el anuncio, la orden ejecutiva busca trasladar a miles de migrantes sin papeles a las instalaciones de Guantánamo, un sitio que históricamente ha funcionado como un centro de detención para presuntos terroristas. La medida no solo es una escalada en las políticas migratorias de corte xenófobo, sino que también representa un peligroso precedente al equiparar a migrantes con criminales.
Guantánamo, ubicado en Cuba, ha sido denunciado en repetidas ocasiones por organizaciones internacionales debido a las condiciones infrahumanas en las que viven los detenidos, incluyendo torturas, falta de acceso a atención médica y violaciones sistemáticas de los derechos humanos.
El anuncio de Trump se enmarca en un contexto global de ascenso de los populismos de ultraderecha, que han encontrado en la migración un chivo expiatorio para justificar políticas represivas. Desde Estados Unidos hasta Europa, líderes como Trump han construido su retórica en torno al miedo y la exclusión, promoviendo narrativas que estigmatizan a los migrantes y los presentan como una amenaza. Estas políticas no solo son moralmente cuestionables, sino que también ignoran las causas estructurales que obligan a millones de personas a abandonar sus hogares, como la violencia, la pobreza y el cambio climático.
Las críticas a esta medida no se han hecho esperar. Organizaciones como Amnistía Internacional y ACLU han denunciado que deportar a migrantes a Guantánamo es una violación flagrante del derecho internacional y de los principios básicos de dignidad humana. Además, recuerdan que la base naval no es un lugar apto para albergar a personas que, en su mayoría, solo buscan una vida mejor. Las condiciones en Guantánamo han sido descritas como «un infierno en la tierra», con celdas superpobladas, falta de higiene y tratos crueles e inhumanos.
Esta medida no solo es un ataque directo a los migrantes, sino también un recordatorio de la importancia de resistir frente a las políticas de odio y exclusión. En un mundo donde los discursos de ultraderecha ganan terreno, es fundamental defender los derechos humanos y recordar que nadie es ilegal por buscar un futuro digno. Como sociedad, debemos preguntarnos: ¿qué clase de mundo queremos construir? Uno que cierra sus puertas y criminaliza a los más vulnerables, o uno que abraza la solidaridad y la justicia.
La humanidad no tiene fronteras, y la dignidad no se negocia.
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