
Imagen de solon.com : El Solidario . Trump vs Hitler, comparativa.
Hace 80 años, el mundo fue testigo del horror de los campos de concentración tras la liberación de Auschwitz. Fue el desenlace de un régimen que comenzó demonizando a grupos vulnerables. Hoy, las políticas antiinmigratorias de líderes como Donald Trump y otros representantes de la ultraderecha mundial evocan peligrosos paralelismos con aquella época, recordándonos que la historia puede repetirse si olvidamos sus lecciones más amargas.
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En la Alemania de los años treinta, el régimen nazi consolidó su poder mediante discursos que responsabilizaban a los judíos y otros colectivos de las crisis del país. La propaganda, combinada con medidas de exclusión y violencia sistemática, abrió la puerta al Holocausto. En nuestros días, el discurso antiinmigrante se ha convertido en una estrategia recurrente de líderes populistas que buscan dividir a las sociedades en lugar de unirlas.
Populismo y exclusión: un patrón que se repite
En Estados Unidos, Trump lidera una administración marcada por medidas como la construcción del muro fronterizo con México, la separación de familias en la frontera y la deportación masiva de inmigrantes. Políticas que no solo vulneran derechos humanos básicos, sino que también legitiman un discurso de odio que todavía resuena en sus seguidores.
Este fenómeno no es exclusivo de EE. UU. En Europa, figuras como Marine Le Pen, Alice Weidel, Santiago Abascal o Giorgia Meloni han adoptado narrativas similares. Al igual que en la Alemania de los años treinta, estas políticas encuentran terreno fértil en contextos de crisis económica y social, alimentando la desconfianza hacia «el otro» para consolidar su poder.
La conmemoración de los 80 años de la liberación de Auschwitz nos recuerda que el odio, cuando es institucionalizado, tiene consecuencias devastadoras. Aquel campo de concentración no surgió de la nada; fue el resultado de años de discursos excluyentes que deshumanizaron a millones.
Hoy, frente al resurgimiento de la ultraderecha y sus políticas restrictivas, es esencial recordar que los derechos humanos no son negociables y que cada medida discriminatoria contra los inmigrantes supone un retroceso para la humanidad.
El pasado no puede ser ignorado, porque hacerlo es abrir la puerta a que los errores más oscuros se repitan. La memoria es nuestro mejor escudo contra la intolerancia y el odio.
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