
Humans rights Watch / El solidario
El Tribunal Supremo de Rusia ha confirmado la sentencia de 12 años de prisión contra Mark Kislitsyn, un activista transgénero y defensor de los derechos humanos, acusado de traición por transferir una mínima suma de dinero a Ucrania..
Mark Kislitsyn, reconocido activista LGBTI de Moscú, se manifestó abiertamente contra la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, expresando su rechazo en redes sociales y participando en protestas públicas. El 28 de febrero de 2022, fue detenido y multado por su participación en una manifestación antibélica. Posteriormente, el 12 de julio de 2023, fue arrestado bajo cargos de «alta traición» por supuestamente transferir 865 rublos (aproximadamente 10 dólares) a una cuenta bancaria ucraniana que, según las autoridades rusas, recolectaba donaciones para las fuerzas armadas de Ucrania.
El 23 de diciembre de 2023, el Tribunal Municipal de Moscú condenó a Kislitsyn a 12 años en una colonia penitenciaria. Dado que es un hombre transgénero, fue enviado a la colonia penal para mujeres IK-9 de Novosibirsk, donde se le obliga a vestir ropa femenina y se le niega el acceso a tratamiento hormonal de afirmación de género, poniendo en grave riesgo su salud. Desde noviembre de 2024, ha sido recluido repetidamente en celdas de castigo por motivos cuestionables, generalmente en régimen de aislamiento.
Esta condena se produce en un contexto de creciente represión en Rusia contra la comunidad LGBTI y los activistas antibelicistas. El 30 de noviembre de 2023, el Tribunal Supremo ruso declaró al «movimiento público internacional LGBT» como «extremista», prohibiendo de facto cualquier actividad pública relacionada con el colectivo LGBTI. Esta decisión ha sido ampliamente criticada por organizaciones de derechos humanos, que advierten sobre las consecuencias catastróficas para la libertad de expresión y asociación en el país.
La situación de Mark Kislitsyn refleja la alarmante tendencia de las autoridades rusas a silenciar voces disidentes y marginadas. Su encarcelamiento no solo es un ataque a los derechos individuales, sino también una señal preocupante de la erosión de las libertades fundamentales en Rusia. Es imperativo que la comunidad internacional condene estas acciones y abogue por la liberación inmediata de Kislitsyn y de todos aquellos que son perseguidos por expresar sus convicciones y defender los derechos humanos.
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