
Ilustración/El Solidario. Pedro Sánchez reveló su disposición de reunirse con Carles Puigdemont.
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, ha confirmado su disposición a reunirse con Carles Puigdemont, el líder independentista catalán, en el marco de la implementación de los acuerdos alcanzados para la ley de amnistía. Según Sánchez, esta amnistía, clave para consolidar su mandato, ya tiene efectos políticos y jurídicos visibles.
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Este anuncio coincide con el revuelo generado por los movimientos de Alberto Núñez Feijóo, quien también sostuvo conversaciones con Junts en su intento fallido de investidura. La pregunta que resuena en la esfera política y social es si este encuentro será una muestra de reconciliación o un acto que profundice las fracturas en el debate territorial.
El compromiso de Sánchez con el diálogo no es nuevo, pero sí inédito en un escenario en donde el independentismo sigue generando divisiones dentro y fuera de Cataluña. Esta postura, aunque valiente, también es arriesgada.
La satanización de los acercamientos
La foto con Puigdemont podría interpretarse como un gesto necesario para cerrar heridas, pero también como una herramienta que el PP y la ultraderecha utilizarán para alimentar discursos de crispación.
La derecha, que ha satanizado cualquier intento de aproximación con el independentismo, no dudará en utilizar este encuentro para erosionar al Gobierno y polarizar aún más a la sociedad.
Por otro lado, resulta llamativo el doble rasero de quienes critican esta reunión mientras olvidan que Feijóo también buscó el apoyo de Junts, mostrando que la gobernabilidad en España requiere, tarde o temprano, de entendimientos transversales. Negar esta realidad es apostar por un bloqueo que beneficia a pocos y perjudica a muchos.
Sin embargo, el desafío está en que este diálogo no se quede en lo simbólico. La amnistía debe ser el inicio de un proceso de reconstrucción que aborde temas estructurales como el encaje territorial, las desigualdades y la desinformación. Este no es un camino sencillo, pero sí necesario para una democracia que busca ser inclusiva.
¿Será la foto con Puigdemont un paso hacia una España plural o un mero artificio que perpetúe las trincheras políticas? La respuesta, como siempre, dependerá de la voluntad política y del compromiso real con el bien común. Te leemos en los comentarios.
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