
'Pinar Selek´s Intellectual Journey of Resistance' // 'El viaje intelectual de resistencia de Pinar Selek' // Ilustración de Armine Shahbazyan // EVN Report // El Solidario
La socióloga y activista feminista turca, Pinar Selek, vuelve a ser juzgada este 25 de abril en Estambul tras 27 años de persecución judicial, a pesar de haber sido absuelta en cuatro ocasiones.
El Estado turco insiste en condenar a Pinar Selek por un atentado en 1998 que diversos informes, incluidos los policiales, atribuyen a una explosión de gas. En aquel momento, su negativa a entregar contactos kurdos la llevó a la cárcel. Fue torturada, encarcelada y condenada sin pruebas. Hoy, con nacionalidad francesa y una carrera académica en Niza, sufre una amenaza de extradición y una condena firme a cadena perpetua basada en una confesión arrancada bajo tortura. “Es kafkiano”, resume Selek.
La represión y el miedo como sistema
El caso de Selek se enmarca en un entramado judicial al servicio del poder. Como recuerda ella misma, “hace ya mucho tiempo que la justicia se convirtió en una herramienta de represión del Gobierno”. En Turquía, decir una frase en kurdo ha costado años de cárcel; poner un nombre con letra X en un parque, una condena. Este juicio, reactivado en plena ola de protestas por la detención del alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, representa una advertencia directa a quienes cuestionan el poder.
Una causa que convoca solidaridad internacional
Pinar Selek, ha declarado, ante su quinta condena a cadena perpetua, “Estoy condenada por una masacre y se me puede restringir el movimiento a nivel internacional, e incluso dentro de Francia. Además, en Turquía me piden millones de indemnización por los muertos y los destrozos de aquello y existe una convención internacional financiera que también pueden ejecutar en Francia”
Más de un centenar de intelectuales y cargos públicos europeos se movilizan para apoyar a Selek y visibilizar una causa que simboliza la lucha por los derechos humanos frente al autoritarismo. “Mi juicio es un indicador del mal arraigado en Turquía”, afirma. Su caso recuerda que la represión política también tiene rostro académico, feminista y pacífico.
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