
Archivo: El Solidario. HUerto urbano en Vancouver
Los huertos urbanos no sólo sirven para el cultivo de una agricultura de cercanía, con huella de carbono prácticamente nula y productos frescos al alcance de los habitantes de la urbe. También sirven, para generar lazos comunitarios y ayudar a quiénes pasan por situaciones difíciles.
Una muestra de ello lo pusieron en práctica en 2009, Seann Dory, gerente de una ONG de empleo, y Michael Ableman, un agricultor urbano, plantando las primeras hortalizas en unos maceteros que colocaron en un parking abandonado de Downtown Eastside, un barrio empobrecido de Vancouver (Canadá).
Esta idea nació con un fin social: convertir a las personas desempleadas del barrio, muchas de ellos sin hogar, con problemas de adicciones y de salud mental, en pequeños agricultores y fue así como surgió la empresa Sole Food Street Farms, hoy lugar de trabajo y cura para muchos habitantes de barrios empobrecidos.
La idea era sencilla, y revolucionaria: transformar terrenos urbanos baldíos en paisajes agrícolas productivos. Reverdecer el asfalto con tomates cherry, calabacines, remolachas, judías, pepinos y acelgas.
Los vecinos, escépticos en un principio, aprendieron el oficio de trabajar la tierra. Los cultivos empezaron a brotar. Y el proyecto, con el respaldo del Ayuntamiento y la autorización de los dueños de los terrenos en desuso, creció.
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Funcionamiento
La empresa social funciona hoy en cuatro baldíos del barrio. El más grande está ubicado donde funcionó la Villa Olímpica, construida para los Juegos de Invierno de 2010.
El proyecto emplea cada año a 30 personas del barrio. La mayoría permanece en plantilla durante un período de tres cursos. Entran a trabajar sin haber cogido nunca una azada y se despiden, agradecidos por la formación y contención, como “expertos agricultores”.
“Sole Food va más allá de cultivar verduras y de transformar los baldíos: se trata de fortalecer la comunidad. Trabajar con plantas, estar al aire libre y participar en un trabajo tan gratificante fomenta la resiliencia. Cuidar una planta fortalece la conexión y el bienestar”, reflexiona su gerente Heather Farmer.
La lección que deja Sole Food Street Farms es que, con el apoyo político, las ciudades pueden integrar la agricultura y generar un “triple beneficio”: humano, social y planetario: “Lamentablemente, proyectos como el nuestro siguen siendo poco frecuentes debido a regulaciones restrictivas, altos costos de la tierra, la especulación inmobiliaria y un apoyo gubernamental limitado”.
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