
Amnistía Internacional/El Solidario: Gaza es una cárcel al aire libre, donde más del 80% de sus habitantes dependen de ayuda humanitaria.
Bombardeos intensos en zonas pobladas
Los recientes ataques han impactado directamente en zonas civiles, incluyendo campos de refugiados, instalaciones médicas y viviendas familiares.
Más de treinta de los fallecidos eran niños. La escalada se ha centrado en zonas densamente pobladas, como Jan Yunis, Beit Lahia, Yabalia y Rafá. En ciudades como Jan Yunis, el miedo y la desesperación son la nueva norma diaria.
Asimismo, el Hospital Europeo de Gaza, único centro con capacidad para tratar pacientes oncológicos, vital para la atención de miles de pacientes, ha quedado fuera de servicio tras los bombardeos.
También fue alcanzado un centro médico en Yabalia, lo que provocó el cierre de servicios esenciales como neurocirugía, oftalmología y cirugía cardiovascular. Según testigos, la mayoría de las víctimas eran mujeres y menores que se refugiaban en una sala de oración.
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Emergencia humanitaria sin precedentes
Desde octubre de 2023, el conflicto ha cobrado la vida de más de 53.000 palestinos, dejando a casi 120.000 personas heridas. La ONU y organizaciones de derechos humanos alertan de una crisis sanitaria y alimentaria creciente, ya que miles viven sin acceso a agua potable, medicamentos ni alimentos básicos. Se teme una hambruna masiva que podría afectar a medio millón de personas.
La ofensiva de Israel se produce tras la ruptura unilateral del alto el fuego, motivada por la falta de avances en la liberación de rehenes por parte de Hamás. Paralelamente, el Gobierno israelí ha bloqueado durante semanas el ingreso de ayuda humanitaria, y ahora pretende controlar su distribución, excluyendo a organizaciones internacionales.
El apoyo militar de Estados Unidos y la tibieza de la Unión Europea contrastan con el sufrimiento de miles de familias palestinas. Las llamadas a un alto el fuego son ignoradas mientras continúa el castigo colectivo sobre una población atrapada y desarmada.
No podemos hablar de derechos humanos mientras ignoramos el sufrimiento de los más vulnerables. Proteger la vida de niños, ancianos y civiles inocentes debe ser una prioridad ética y política. El mundo no puede seguir siendo cómplice del silencio.
La indiferencia global ante estos crímenes erosiona los principios básicos del derecho internacional humanitario. No hay paz posible sin justicia, ni humanidad que resista tanta impunidad.
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