Un error judicial impidió a una madre denunciar el asesinato de su hijo, ¿cuántas vidas más se cobrarán por negligencia?
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En 2019, un hombre asesinó a su hijo tras eludir la prisión por una condena de violencia de género. La justicia había decidido suspender su ingreso en prisión, ignorando el riesgo evidente que corría la familia. Meses después, la madre intentó denunciar el error judicial ante el Tribunal Supremo, pero el sistema le cerró las puertas. Hoy, el Tribunal Constitucional reconoce el fallo, pero ¿quién devuelve la vida arrebatada?
Una justicia ciega a la violencia vicaria
El asesino, condenado por coacciones en el ámbito familiar y quebrantamiento de condena, seguía en libertad cuando mató a su hijo. A pesar de tener prohibida la aproximación y comunicación con su familia, las medidas judiciales resultaron insuficientes. La madre, sumida en el dolor, presentó una denuncia de error judicial en octubre de 2019, que fue rechazada por haberse excedido el plazo de tres meses. El sistema legal, más pendiente de formalismos que de proteger a las víctimas, la dejó indefensa ante una tragedia evitable.
El Tribunal Constitucional ha corregido, en parte, la injusticia, flexibilizando el criterio del plazo. Según la sentencia, la madre “no podía prever la muerte de su hijo en el momento de la condena”, por lo que no era razonable exigirle que actuara antes de la tragedia. Pero este reconocimiento llega demasiado tarde para su hijo, víctima de una violencia institucional que, una vez más, ha fallado a las mujeres y a sus hijos.
¿Cuántas víctimas más necesitan para cambiar el sistema?
La sentencia también subraya que la demanda hacía referencia a un caso de violencia vicaria, una forma cruel de control y castigo hacia las mujeres a través de sus hijos. “No se tuvieron en cuenta los derechos fundamentales afectados”, destaca la magistrada Laura Díez Bueso. Sin embargo, la madre ya ha sufrido la peor de las pérdidas, mientras que el sistema judicial continúa priorizando sus plazos y procedimientos sobre la protección de las víctimas.
Este caso debe marcar un antes y un después en la lucha contra la violencia machista. ¿Cuántas vidas más tendrán que ser sacrificadas para que se actúe con la urgencia y sensibilidad que merecen las mujeres y sus hijos? La violencia vicaria no es solo violencia machista; es un fracaso del Estado.
¿Cómo podemos evitar más tragedias? Únete al debate en los comentarios y comparte tu opinión sobre este caso.
Fuente: El Salto