Mujeres con enfermedades crónicas sufren el abandono del Estado. ¿Hasta cuándo ignorarán su lucha por una baja digna?
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Las mujeres que padecen enfermedades crónicas viven atrapadas en un sistema que las invisibiliza. Su salud está deteriorada, sus cuerpos ya no responden, pero el Estado sigue negándoles el reconocimiento que necesitan. No piden privilegios, exigen derechos. «Nos obligan a elegir entre trabajar enfermas o vivir en la pobreza», denuncia Patricia Marín, paciente de fibromialgia. Esta realidad afecta a miles de mujeres que solo buscan un trabajo adaptado a su condición, sin perder sus derechos laborales.
El sistema laboral las margina
El sistema de bajas laborales es inflexible y no contempla la realidad de estas trabajadoras. El colectivo de mujeres con enfermedades crónicas reclama un cambio urgente: «Queremos seguir siendo productivas, pero en condiciones dignas», explica Rosa Martínez, otra afectada. La incapacidad parcial que solicitan no existe, lo que las condena a seguir sufriendo en silencio o abandonar el mercado laboral. Esta falta de opciones genera despidos y empuja a muchas de ellas a la exclusión social.
No se trata solo de un problema laboral, sino de una crisis social y humana. El abandono estatal de este colectivo es una forma de violencia institucional. Estas mujeres, que ya sufren físicamente, son arrastradas por un sistema que las margina aún más. Sus familias también soportan las consecuencias, asumiendo la sobrecarga económica y emocional que el Estado ignora. ¿Cuánto más tendrán que soportar?
Reclaman justicia, no caridad
El reconocimiento de sus incapacidades no debería ser una lucha, sino un derecho. «Estamos cansadas de tener que justificar nuestra enfermedad para que nos tomen en serio», afirma Sara López, portavoz de la plataforma de afectadas. Las bajas flexibles y adaptadas a su realidad serían una solución inmediata, pero el sistema sigue paralizado. Cada día sin una respuesta adecuada aumenta el sufrimiento de estas mujeres.
Es urgente que el Estado escuche sus demandas y se adapte a la realidad de las enfermedades crónicas. No son estadísticas ni casos aislados, son vidas que merecen dignidad. Reformar el sistema laboral y sanitario es una deuda pendiente.
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Fuente: El Salto Diario