En el vasto desierto de La Guajira, Colombia, una comunidad indígena ha encontrado una manera de resistir las adversidades del cambio climático gracias a un frijol ancestral. Los Wayuu, un pueblo con una rica herencia cultural y espiritual, han cultivado durante generaciones el frijol guajiro, también conocido como kapeshuna. Este frijol no solo es una fuente de alimento, sino también un símbolo de resiliencia y adaptación.
Conocimiento ancestral y agrobiodiversidad
Quizá quiera leer: Conferencia Mundial sin Hambre hoy en Etiopía
La Guajira, una región árida y desolada, enfrenta condiciones climáticas extremas con temperaturas que oscilan entre los 35 y 40 grados Celsius y precipitaciones escasas. Sin embargo, los Wayuu han sabido aprovechar el conocimiento ancestral y la agrobiodiversidad para sobrevivir en este entorno inhóspito. El frijol guajiro, con su capacidad de crecer rápidamente y resistir tanto el calor extremo como las inundaciones, ha sido un aliado clave para la comunidad.
Manuel Montiel, un miembro de la comunidad de Ipasharrain, explica que el frijol guajirito puede cosecharse en tan solo 45-50 días y ofrece un suministro constante de alimentos incluso cuando las lluvias son escasas. Este frijol, con su ciclo de crecimiento único, produce una primera cosecha en tres meses y continúa produciendo hasta ocho cosechas. «El frijol guajirito es duro como el pueblo wayuu, entre más lo pisas más fuerte se hace», dice Manuel con una sonrisa.
Identidad cultural y espiritual de los Wayuu
El legado del frijol guajiro no solo se trata de supervivencia, sino también de preservar la identidad cultural y espiritual de los Wayuu. En la lengua wayuunaiki, no existe una palabra para «cambio climático», quizás porque para ellos, la lucha contra la inclemencia del clima es una batalla ancestral. Este frijol representa una profunda conexión con sus ancestros y un hilo vital en el tapiz de su identidad.
A pesar de los desafíos, los Wayuu continúan cultivando el frijol guajiro con orgullo y determinación. La comunidad ha implementado sistemas de riego de baja tecnología y ha trabajado con la naturaleza para mantener su agricultura. La reintroducción de este frijol resiliente ha sido clave para la recuperación de la comunidad, proporcionando alimentos y fortaleciendo su resistencia frente a las adversidades.