La Economía Social puede transformar la producción audiovisual hacia prácticas sostenibles.
El cine ha demostrado su capacidad para generar cambios sociales, pero ahora se enfrenta a un desafío ecológico. La industria audiovisual, conocida por su alto impacto ambiental, comienza a integrar prácticas sostenibles, pero surgen dudas sobre si este cambio es real o solo superficial.
La Economía Social y Solidaria (ESS) ofrece una visión integral que podría mejorar los procesos de producción cinematográfica, fomentando la sostenibilidad ambiental y el fortalecimiento económico local.
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El cine, un motor cultural, se enfrenta a retos para aplicar la sostenibilidad real.
Aunque muchos rodajes buscan reducir su huella ecológica, hay obstáculos como la falta de opciones éticas en los servicios requeridos. Incorporar cooperativas y empresas de la ESS, como proveedores de catering o maquillaje natural, es una forma de hacer los rodajes más sostenibles. Ejemplos como “Hilo Doble” en Málaga, que recicla lonas publicitarias de cine para fabricar productos de integración social, muestran cómo la colaboración con el mercado social puede beneficiar tanto al cine como a las comunidades locales.
La clave está en integrar la sostenibilidad en todos los aspectos, no solo en el impacto ambiental, sino también en el bienestar de los profesionales del cine. El cine puede convertirse en un modelo para una revolución cultural más justa y responsable, donde las prácticas sostenibles sean el camino hacia un verdadero cambio social.
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