
Vacas a punto de ser exportadas vivas. Toma de anarcoveganismo.arg / El Solidario
El modelo de subvención alimentaria, inspirado en la experiencia argentina de Cristina Kirchner, reabre el debate sobre los límites entre derechos sociales y populismo económico en contextos de crisis.
El programa «Carne para todos», que en Argentina ofrecía cortes premium a bajo costo, demostró ser insostenible: colapsó por corrupción en la intermediación y el drenaje de las arcas públicas, según documentó El Confidencial. Este caso sirve de advertencia para iniciativas similares que, bajo la bandera de la igualdad material, podrían generar déficit estructurales y clientelismo.
En España, la Constitución garantiza el derecho a una «existencia digna» (art. 14 CE), pero juristas advierten que esto no implica uniformizar el consumo. Expertos como el filósofo Adela Cortina subrayan la diferencia clave: equidad (compensar desigualdades) no es sinónimo de igualdad absoluta en el acceso a bienes suntuarios.
Mientras la inflación golpea la cesta básica, el desafío es diseñar políticas que eviten los errores argentinos: subvenciones focalizadas (como las ayudas al gas) han demostrado mayor eficacia que las medidas universalistas.
La justicia social exige pragmatismo, no eslóganes. Como escribió Aristóteles, confundir equidad con demagogia es el primer paso hacia la quiebra democrática.
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