
Archivo/El Solidario. Con esta ley, Colombia se alinea con naciones que priorizan la autonomía personal y el respeto a las decisiones individuales.
El Gobierno de Gustavo Petro ha dado un paso firme en la defensa de los derechos individuales al sancionar la ley que permite el divorcio unilateral en Colombia. Este hito legislativo, aprobado por el Congreso, elimina la obligatoriedad de justificar problemas graves como el maltrato o el alcoholismo para terminar una relación matrimonial, reivindicando el derecho de cada persona a decidir sobre su vida sin trabas legales innecesarias.
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La nueva legislación pone el foco en la libertad individual y la dignidad humana, reconociendo que nadie debería permanecer en un matrimonio contra su voluntad. Hasta ahora, el sistema obligaba a quienes deseaban divorciarse a justificar su decisión con razones específicas, lo que no solo resultaba invasivo, sino que también perpetuaba dinámicas de poder y dependencia. Con esta ley, Colombia se alinea con naciones que priorizan la autonomía personal y el respeto a las decisiones individuales.
Entre los beneficios inmediatos de esta medida se encuentran la agilización de los procesos judiciales y la disminución de los conflictos legales en torno a las causales de divorcio. Sin embargo, algunos sectores conservadores han manifestado su preocupación por el posible incremento de separaciones, argumentando que podría debilitar la institución matrimonial. Estas críticas, aunque respetables, parecen ignorar que un matrimonio debe basarse en el compromiso mutuo, no en la imposición de la permanencia.
La sanción de esta ley marca un avance significativo en el reconocimiento del derecho a la autodeterminación. Más allá de las cifras o los pronósticos apocalípticos, esta norma reafirma un principio básico: nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de otra persona. En una sociedad donde todavía persisten prejuicios y desigualdades, medidas como esta son esenciales para consolidar una democracia moderna e inclusiva.
¿Qué mensaje enviamos al mundo si impedimos a las personas ser dueñas de su destino? Este es un paso hacia adelante, pero aún queda un largo camino para garantizar que todos los ciudadanos puedan ejercer plenamente su libertad y dignidad.
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