Colectivos de víctimas alzan la voz contra el desprecio de Isabel Díaz Ayuso a la Ley de Memoria Democrática, una norma que, aseguran, es vital para reparar heridas históricas y evitar que se repita el discurso de odio.
La última declaración de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, calificando la Ley de Memoria Democrática como “un capricho de comunistas y socialistas”, ha encendido la indignación de colectivos de víctimas del franquismo. “Hablar de nuestro sufrimiento no es un lujo ni una moda, es un derecho humano básico”, afirma Teresa, nieta de un desaparecido en 1937. Sus palabras resuenan entre quienes han dedicado décadas a buscar la verdad y dignificar la memoria de sus seres queridos.
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Memorias del Olvido
Las víctimas rechazan lo que consideran un “desprecio a la historia y al dolor”. Teresa recuerda los años de silencio forzado: “Mi abuela murió sin saber dónde estaba su marido. Eso no es política; es humanidad”. Pero la respuesta más contundente llegó de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica: “El conocimiento nos salva de la gentuza de Vox y del olvido cómplice que Ayuso alimenta”. Para estas familias, la Ley de Memoria Democrática no es solo una norma, sino un salvavidas en una sociedad donde el revisionismo amenaza con justificar lo injustificable.
Mientras Ayuso tilda de “inútil” a esta ley, los colectivos insisten en su importancia psicológica: recuperar los restos de sus familiares no es solo cerrar capítulos de un libro, sino sanar generaciones marcadas por el trauma. “No queremos odio; queremos verdad. Y eso parece ser lo que más les molesta a quienes temen la justicia histórica”, sentencia Teresa.
En un país donde miles de cuerpos siguen enterrados en cunetas, el desprecio por estas iniciativas plantea una pregunta urgente: ¿Cuántos más podrá nuestra sociedad mirar hacia otro lado sin enfrentar las sombras de su pasado?
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