
Imagen: infobae.com. El Solidario. Un estudiante de química de segundo año, de 19 años, quien además trabaja para el Cártel de Sinaloa, en un escondite.
Con promesas de dinero fácil y avances profesionales, los cárteles mexicanos están cooptando jóvenes talentos de química en universidades para alimentar la creciente y letal industria del fentanilo, exponiéndolos a un camino sin retorno.
Carlos, un estudiante de química con sueños de trabajar en un laboratorio farmacéutico, se convirtió en un engranaje esencial en la maquinaria del narcotráfico. Seducido por la promesa de salarios exorbitantes y la ilusión de que «nadie se haría daño», terminó cocinando fentanilo en un laboratorio clandestino. A sus 23 años, enfrenta no solo el riesgo de la ley, sino también el trauma de saber que su trabajo contribuyó a una crisis de salud pública que ha cobrado miles de vidas.
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Los cárteles mexicanos han encontrado en las universidades un semillero perfecto para reclutar nuevos talentos. Según informes de seguridad, los estudiantes de química son abordados por reclutadores en cafeterías y foros académicos. Les prometen “trabajos temporales” que pueden pagar hasta diez veces más que un empleo formal, sin mencionar los supuestos beneficios en experiencia técnica. Sin embargo, la realidad dista mucho de ser idílica.
Un mundo oscuro para mentes brillantes
Una vez dentro, estos jóvenes son sometidos a amenazas y control constante. Trabajan bajo condiciones precarias, manipulando sustancias extremadamente tóxicas sin el equipo adecuado. La fabricación de fentanilo, un opioide 50 veces más potente que la heroína, ha generado una epidemia de sobredosis en países como Estados Unidos, donde este narcótico es la principal causa de muertes por drogas. Sin embargo, el impacto psicológico y moral sobre estos jóvenes reclutados raramente es contado.
Mientras los cárteles siguen capitalizando el talento de mentes brillantes para fines oscuros, surgen preguntas incómodas: ¿Qué responsabilidad tiene el sistema educativo y el Estado en proteger a estos jóvenes? Y, lo más importante, ¿Cómo enfrentamos una crisis donde la ambición y el miedo son las armas más efectivas del crimen organizado?
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