En el primer trimestre del año se ejecutaron 82 desahucios cada día en España. Estos procesos devastan la vida de miles de personas, afectando su estabilidad emocional y mental.
Los desalojos, normalizados por la sociedad, causan un daño psicológico comparable a un terremoto. La amenaza constante de perder la vivienda genera ansiedad, depresión e insomnio.
Efectos en la infancia y el aislamiento social
Los niños también sufren las consecuencias. La inseguridad habitacional puede causar retrasos en su desarrollo y estigmatización social.
La precariedad económica aísla a las personas, disminuyendo su deseo de socializar. El desahucio no solo representa la pérdida de un hogar, sino también de la identidad y la esperanza.
Urge una respuesta política y social
Los expertos advierten que los desahucios son un problema estructural que requiere soluciones colectivas. Es fundamental romper el aislamiento de las víctimas y ofrecer apoyo psicológico. Las plataformas por el derecho a la vivienda exigen la prohibición de desalojos sin alternativas habitacionales dignas.
Necesitamos políticas de vivienda más humanas
Es urgente garantizar políticas que prioricen la salud mental de los afectados. La vivienda no puede seguir siendo una fuente de angustia, sino un derecho básico para todos.
Fuente: Infobae