
Archivo: El Solidario. El auge de la derecha en la Unión Europea plantea desafíos cruciales para la cohesión y la toma de decisiones en el Parlamento.
Las raíces de una caída
Durante la crisis de 2009-2015, Grecia se convirtió en el epicentro del desplome financiero europeo. El país, que había ingresado en el euro en 2001, acumuló una deuda pública insostenible y ocultó parte de su déficit con prácticas contables cuestionadas. La crisis financiera global de 2008 expuso esta debilidad estructural.
El resultado fue un colapso fiscal, el paro superó el 27%, miles de jóvenes emigraron. Asimismo, el país recurrió tres veces a la Unión Europea y el FMI. A cambio, se impusieron medidas de ajuste que redujeron salarios, pensiones y servicios públicos, y provocaron fuerte malestar social.
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Luces y sombras de la recuperación y los desafíos actuales
Hoy, Grecia está en fase de recuperación. En 2018 salió oficialmente del último programa de rescate. Su economía crece por encima de la media europea, el turismo se ha recuperado, y las reformas fiscales han mejorado su credibilidad internacional. Aun así, el desempleo juvenil sigue alto y la deuda pública supera el 160% del PIB.
Grecia nos recuerda que ni la riqueza histórica ni el potencial geográfico blindan frente a una mala gestión económica. Pero también muestra que con solidaridad, reformas profundas y resistencia social, es posible reconstruir sobre ruinas. Su caso interpela a la Unión Europea sobre los límites de los ajustes y el papel de la cooperación supranacional.
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