
Capturas tomadas de Urgente Milei Y BBC. Collage Alfonsina / El Solidario
FMI, ajuste y consecuencias
Este mes el presidente argentino, Javier Milei, culminó una gira internacional en Washington donde se reunió con la directora del FMI, Kristalina Georgieva, y funcionarios clave del gobierno de Estados Unidos. El objetivo: profundizar el respaldo a su programa de ajuste, en un contexto en el que Argentina padece una inflación desbocada, creciente pobreza y conflictividad social.
El Fondo Monetario Internacional ha respaldado los recortes drásticos impulsados por Milei, incluyendo la eliminación de subsidios, despidos masivos y el deterioro del poder adquisitivo. Sin embargo, lejos de estabilizar la economía, estas medidas de motosierra al gasto público han acentuado el malestar social y precarizado aún más la vida de millones de argentinos. Mientras la visita a EE. UU. no busca cuestionar este modelo, sino validarlo frente a los mercados.
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Una relación de subordinación
Milei no viajó a negociar, sino a confirmar su alineación con el capital financiero internacional. Mientras se exhibe como un “libertario”, sus decisiones revelan una dependencia estructural de organismos multilaterales y del aparato político de Washington. Esta subordinación pone en riesgo el futuro económico y la autodeterminación de un país históricamente golpeado por las recetas del neoliberalismo.
El presidente argentino no solo ha hecho del ajuste fiscal extremo su bandera, sino que ha convertido al FMI en su principal aliado. Mientras gran parte del pueblo sufre Milei se pasea en Washington como un alumno del libremercado más crudo. El respaldo del FMI, lejos de representar una mejora concreta para la sociedad argentina, parece más bien un aval para seguir desmontando el Estado y precarizando a la ciudadanía.
Lo más alarmante es la forma en que la política exterior argentina se ha reconfigurado para servir intereses de Washington, en detrimento del multilateralismo regional y de los lazos históricos con América Latina. El alineamiento casi ciego con Estados Unidos y su estructura financiera internacional no es gratuito: Milei ha apostado a una estrategia de sumisión geopolítica, vendida como salvación económica.
Pero la historia ya nos ha mostrado los efectos devastadores de estas recetas: aumento de la pobreza, endeudamiento eterno y pérdida de soberanía. Hoy, el pueblo argentino necesita más solidaridad internacional y menos planes de ajuste dictados desde el norte.
Ahora frente a la reciente visita a Argentina del secretario de tesoro estadounidense Scott Bessent, se plantean muchos interrogantes. Al respecto, el politólogo argentino Atilio Boron expresó en Página/12:
“Dado que nuestro país no tiene ni tendrá condiciones de pagar la deuda heredada por el préstamo del FMI a Macri en 2018 y mucho menos pagar la deuda que contrajo Milei, ¿por qué no pensar que Bessent viene a exigir, a cambio del salvataje argentino, la autorización para instalar bases militares de Estados Unidos en distintos puntos del país, muy especialmente en la Patagonia y en Tierra del Fuego, de forma tal de controlar el acceso a la Antártida y el paso bioceánico en caso de conflicto en la zona del Canal de Panamá sin tener que negociar nada con sus socios de la OTAN estacionados en la base inglesa construida en nuestras Islas Malvinas?”
Los organismos internacionales, como el FMI, no deben imponer agendas al margen de las necesidades sociales de los pueblos. La sociedad civil y los gobiernos deben reclamar un sistema global más justo y participativo. Lo que ocurre en Argentina no es un caso aislado, es un síntoma del rumbo que está tomando parte del mundo.
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