En medio de un verano implacable, España enfrenta una amenaza sin precedentes: el calor extremo. Las altas temperaturas, que podrían superar los 40 grados Celsius, se ciernen sobre varias regiones del país.
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Andalucía, Murcia, el sur de la Comunidad Valenciana, Albacete y las depresiones del noreste peninsular están en alerta amarilla. Pero esto no es solo un fenómeno meteorológico; es una emergencia climática que requiere una respuesta urgente y decidida.
Consecuencias del cambio climático
¿Cómo hemos llegado a este punto? La crisis climática es innegable. En las últimas décadas, hemos presenciado un aumento constante de las temperaturas. En pleno julio, cuando deberíamos disfrutar de las brisas marinas y las tardes frescas, nos encontramos atrapados en un ‘horno abrasador’.
Entre 1975 y el año 2000, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) registró 16 olas de calor, menos de una por año. Pero ahora, en 2024, enfrentamos la segunda ola de calor del año, con temperaturas que pueden alcanzar los 44 grados en algunos lugares.
Cuidado especial con los más vu
¿Quiénes son los más afectados? Las personas mayores, aquellos con discapacidades, las familias que viven en infraviviendas y las personas sin hogar sufren de manera desproporcionada. Hay un renglón especial para las mascotas, pues ella también se ven muy afectadas con las altas temperaturas, por lo que requieren hidratación constante y cuidado en sus patitas a la hora de los paseos (elegir horarios con menor exposición al calor).
El calor sofocante no solo es incómodo; es peligroso. Necesitamos programas sociales que ayuden a estas comunidades vulnerables a sobrellevar estas condiciones extremas.
La lucha contra el cambio climático no puede esperar. Debemos exigir medidas concretas: inversiones en energías limpias, políticas de adaptación y concienciación ciudadana.
El tiempo se agota, y nuestras acciones hoy determinarán el futuro de las próximas generaciones. El calor extremo no es solo una noticia del día; es una llamada de atención para salvar nuestro planeta.