El colapso del régimen de Bashar al Asad marca el fin de una era y abre un nuevo capítulo en el complejo tablero geopolítico de Oriente Próximo. Después de más de una década de guerra civil que dejó cientos de miles de muertos y millones de desplazados, la salida de Al Asad del poder reconfigura las alianzas y estrategias de las potencias regionales y mundiales que han jugado un rol crucial en el conflicto sirio.
Las preguntas ahora son: ¿quién gana y quién pierde en este nuevo escenario?
En el lado de los vencedores se encuentran los insurgentes sirios y sus aliados regionales, especialmente Turquía y Catar, que ven una oportunidad para consolidar su influencia en una Siria post-Al Asad.
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Turquía, que ha sido un actor clave apoyando a ciertos grupos opositores, podría intentar establecer una zona de control en el norte del país para gestionar la migración y contrarrestar la influencia kurda. Catar, por su parte, refuerza su posición como mediador en el mundo árabe tras haber apostado por las fuerzas opositoras desde el inicio del conflicto.
¿Jaque para Rusia e Irán?
Sin embargo, la situación es más complicada para potencias como Rusia e Irán, que invirtieron enormes recursos para mantener a Al Asad en el poder. Rusia, aunque busca conservar su base naval en Tartus, enfrenta ahora el desafío de mantener su influencia en un país sin una figura centralizada de poder. Irán, aliado estratégico del régimen, podría ver limitada su capacidad para extender su influencia en la región y en el corredor chií hacia Líbano.
Estados Unidos e Israel, aunque satisfechos con la caída de un régimen cercano a Teherán, se encuentran ante un dilema: un vacío de poder en Siria podría fortalecer a grupos yihadistas o desencadenar una fragmentación que desestabilice aún más la región.
La reconstrucción de Siria será otro campo de batalla, con actores globales y regionales compitiendo por contratos y acceso a recursos, mientras millones de sirios buscan un retorno a la normalidad tras años de sufrimiento.
Siria es, y seguirá siendo, una pieza clave en Oriente Próximo. ¿Podrán las potencias internacionales evitar repetir los errores del pasado y priorizar la paz y estabilidad en lugar de sus propios intereses? Te leemos en los comentarios.
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