La inminente subida del nivel de los mares y océanos nos advierte de un futuro devastador
Silvia María Vicente Moya 
Archivo: El Solidario
El cambio climático acelera su paso y amenaza a millones de personas. La humanidad enfrenta un reto sin precedentes, pero ¿estamos preparados para afrontarlo?
La amenaza es real y está a la vuelta de la esquina. La comunidad científica mundial ha lanzado una nueva alarma: el nivel del mar podría aumentar hasta un metro para finales de siglo si no se toman medidas drásticas e inmediatas. Este fenómeno, impulsado por el derretimiento de los glaciares y el calentamiento global, podría desplazar a cientos de millones de personas, especialmente en regiones costeras densamente pobladas.
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Un reciente informe no deja lugar a dudas: el ritmo del aumento del nivel del mar se ha triplicado en las últimas décadas. Grandes metrópolis como Nueva York, Shanghái y Mumbai, junto con pequeños estados insulares, enfrentan riesgos catastróficos. «Estamos viendo una cascada de impactos que van más allá de lo físico: hablamos de perder hogares, comunidades y hasta identidades culturales», afirmó en una rueda de prensa la Dra. Laura Menéndez, experta en oceanografía.
Además de los efectos geográficos, los psicólogos ambientales advierten del impacto emocional: un futuro incierto genera ansiedad, ecoansiedad y un sentimiento de impotencia entre las generaciones jóvenes. «Saber que tu ciudad natal podría desaparecer no solo genera preocupación, sino una profunda sensación de desconexión con el futuro», explica el psicólogo ambiental Ricardo Solís.
Actuar ahora para vivir mañana
Pero, a pesar del oscuro panorama, aún queda un margen para actuar. La clave radica en reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y en adaptar las ciudades para resistir estos cambios inevitables. Sin embargo, esto exige una voluntad política y social que hoy parece esquiva.
¿Estamos dispuestos a asumir el costo de la inacción? La pregunta no es solo para los gobiernos: es un llamado personal y colectivo, porque el futuro del planeta ya no es una cuestión abstracta, sino una realidad que golpea nuestras puertas.
No esperemos a que sea demasiado tarde para las futuras generaciones, y ¡pongámonos en acción!
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