El sindicato de Vox ofrece apoyo legal a agresores de la comitiva de Sánchez. ¿Permitiremos esta apología?
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El sindicato de Vox ha dado un alarmante paso al ofrecer sus servicios jurídicos a quienes golpearon y patearon un coche de la comitiva del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En un vídeo publicado en la red social X (antes Twitter), se observa a cuatro personas atacando el vehículo sin reparo alguno, mientras el sindicato anuncia respaldo legal a los “detenidos o multados” por estos actos. La acción representa una peligrosa normalización de la violencia, en una clara apología al odio y la intimidación hacia los representantes públicos de este país.
Un mensaje incendiario y sin límites
Pero la situación no termina ahí. Minutos después de conocerse el ataque, Jacobo Robatto Perote, diputado de Vox por Granada, intensificó el respaldo al hacer una declaración aún más polémica. Tras el ataque a Sánchez con un palo en Paiporta, Robatto comentó: “El que se lo haya tirado que no se preocupe, que mañana le llevo otro nuevo.” Este mensaje no solo justifica la agresión, sino que la promueve, alentando sin disimulo el uso de la violencia como herramienta de protesta política. Estas palabras, lejos de ser un comentario aislado, representan un grave precedente en un contexto de crispación y polarización.
Los ciudadanos observan cómo un partido que ostenta representación en las instituciones democráticas no solo omite condenar actos violentos, sino que los respalda. Al ofrecer apoyo legal a quienes atentan contra la integridad de las figuras políticas, Vox envía un mensaje de impunidad y permisividad ante el uso de la fuerza, alentando conductas que atentan contra la convivencia y la paz social.
¿Violencia como nueva norma política?
La postura de Vox plantea serias dudas sobre la ética y responsabilidad de aquellos que deben representar los intereses del pueblo. Ante el fomento de la agresión, el respeto y el debate parecen diluirse en discursos que encienden aún más la tensión. La frase de Robatto no solo ignora los principios democráticos, sino que invita al desorden social, legitimando actos que ponen en riesgo la estabilidad y la seguridad de los representantes públicos.
Es momento de reflexionar seriamente sobre las consecuencias de permitir este tipo de discursos. La apología de la violencia, venga de quien venga, debe tener consecuencias. Si toleramos que los partidos fomenten la agresión, ¿qué futuro le espera a nuestra democracia?
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