El discurso de odio hacia los inmigrantes se está normalizando peligrosamente, ¿hasta cuándo permitiremos esta violencia sin tomar medidas?
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La agresiva retórica de ciertos líderes políticos contra los inmigrantes está alcanzando niveles alarmantes. Este tipo de líderes, que basan su discurso en el insulto y la humillación, utilizan lo que se conoce como “ventajismo”, atacando a quienes no pueden defenderse. Esta estrategia les resulta efectiva porque se apoya en un silencio social que no se atreve a cuestionar la injusticia. Tal como el principio de Pascal explica la transmisión de presión en los líquidos, los flujos migratorios también responden a presiones en sus países de origen, presiones que inevitablemente se trasladan a los destinos.
La migración es fruto de una presión social
La matanza de migrantes en Melilla, un trágico ejemplo de la indiferencia institucional, sigue resonando en la sociedad. A pesar de su magnitud, las responsabilidades nunca se depuraron, lo que empuja a los inmigrantes a buscar rutas más peligrosas, incluso arriesgando la vida en el mar. En lugar de compasión, lo que reciben son insultos constantes. Un político incluso propuso “mandar buques de la marina contra los cayucos“, una idea que refleja la deshumanización que está permeando el discurso público.
Es triste constatar que el insulto hacia los inmigrantes se ha convertido en una herramienta política para diferenciar a los “fuertes” de los “débiles”. En un país donde se valora el físico y la cultura del gimnasio, resulta paradójico que se ataque a los inmigrantes por “tener cuerpo de gimnasio”. Además, en estadios de fútbol, es común ver a grupos organizados insultar a jóvenes a quienes perciben como extranjeros solo por no parecerse a ellos. Estos actos no solo son xenófobos, sino también profundamente deshumanizantes.
La invisibilidad laboral y social
Los inmigrantes son parte esencial de la economía española. Realizan trabajos indispensables en barrios, residencias geriátricas y negocios, aunque su contribución se invisibiliza. Muchos rotan entre contratos precarios, una situación que contrasta con el discurso político que los desprecia. Las fronteras, sostenidas por grandes inversiones en tecnología y defensa, buscan frenar su libertad de movimiento, demostrando que la “libertad” proclamada no es para todos.
Es indignante que la importancia de los inmigrantes para el desarrollo económico y social sea la única barrera contra los insultos. No podemos seguir permitiendo que la xenofobia se normalice. Es urgente que la sociedad reflexione sobre esta situación y actúe antes de que los inmigrantes, cansados de los abusos, alcen su voz con fuerza.
Únete a la conversación y comparte tu opinión sobre cómo podemos combatir la xenofobia. Tu voz es importante.
Fuente: El País