El Gobierno de Israel ha aprobado un alto el fuego en Gaza que será efectivo a partir del domingo 19 de enero, tras un acuerdo alcanzado con Hamás el pasado 15 de enero.
Sin embargo, en el periodo intermedio desde el pacto, Israel ha asesinado a 122 palestinos, un recordatorio brutal de la magnitud de la tragedia en la Franja. Este anuncio, lejos de ser un signo de paz, es un momento para reflexionar sobre el sufrimiento de un pueblo que ha sido víctima de un bloqueo sistemático, bombardeos indiscriminados y una ocupación militar implacable.
Te puede interesar: Gobierno presenta un nuevo sistema de protección para víctimas de violencia de género y vicaria: VioGén 2
El contexto de este alto el fuego es aterrador. La población palestina en Gaza, hacinada en una de las zonas más densamente pobladas del mundo, enfrenta una catástrofe humanitaria constante. Según datos de Naciones Unidas, casi la mitad de la población de Gaza son niños, quienes sufren de forma desproporcionada las consecuencias de los ataques israelíes: muertes, heridas, desnutrición y traumas psicológicos irreversibles.
Mientras los líderes israelíes presentan este alto el fuego como una medida para «restaurar la calma», la comunidad internacional debe cuestionar qué tan genuina es esta tregua.
El modelo histórico indica que estos acuerdos, más que garantizar la paz, suelen ser momentos de reagrupación para nuevos ataques. Sin justicia ni rendición de cuentas, el alto el fuego corre el riesgo de convertirse en una pausa estratégica que perpetúe la impunidad.
Silencio cómplice de las potencias mundiales
Por otro lado, las potencias occidentales, a menudo cómplices por su silencio o apoyo económico y militar a Israel, deben asumir una responsabilidad activa para exigir el respeto al derecho internacional. La reciente escalada de violencia no es un hecho aislado, sino parte de una ocupación sionista que continúa despojando al pueblo palestino de sus tierras, recursos y dignidad.
Si este alto el fuego es realmente el inicio de un camino hacia la paz, dependerá de la presión global para garantizar que se detenga no solo el fuego, sino también el genocidio en todas sus formas: la ocupación, el bloqueo y el apartheid. No podemos permitir que el sufrimiento en Gaza sea relegado al olvido una vez más. La justicia para Palestina no puede esperar más.