
VICENTE GAIBOR: El Solidario. Dolor, rabia e indignación generó el asesinato de 4 niños por parte de militares en Ecuador.
Ecuador se encuentra sumido en una tragedia que conmociona al mundo: los cuerpos de cuatro niños secuestrados por militares fueron hallados asesinados y quemados.
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La Asamblea Nacional ha decretado tres días de luto oficial y exige al gobierno de Daniel Noboa que actúe con contundencia, aplicando todo el peso de la ley contra los 16 uniformados acusados de este atroz crimen. Este hecho no solo evidencia la crisis de derechos humanos en el país, sino también las profundas fallas estructurales en las instituciones de seguridad.
La implicación de miembros de las fuerzas armadas en este caso es un reflejo alarmante del nivel de descomposición institucional que enfrenta Ecuador. Las fuerzas de seguridad, que deberían garantizar la protección de la ciudadanía, se han visto envueltas en prácticas criminales que degradan su legitimidad y siembran terror entre los más vulnerables.
Violencia e impunidad sistemáticas
El secuestro y asesinato de estos niños no es un hecho aislado, sino parte de un contexto de impunidad y violencia sistémica que requiere acciones inmediatas y ejemplares.
La Asamblea Nacional ha tomado una postura firme, pero la responsabilidad recae ahora en el Ejecutivo. Es imprescindible que el gobierno de Noboa no solo castigue a los responsables directos, sino que inicie una profunda reforma de las fuerzas armadas, priorizando el respeto a los derechos humanos y el compromiso con la ciudadanía. La sociedad ecuatoriana no puede seguir tolerando crímenes de esta magnitud sin que existan consecuencias reales y reformas estructurales.
En este contexto, también es vital el papel de la comunidad internacional. La presión externa puede ayudar a garantizar que las investigaciones sean transparentes y que no prevalezca la impunidad. Este caso debe marcar un antes y un después en el manejo de la seguridad y la justicia en Ecuador.
¿Cómo se puede reconstruir la confianza en unas instituciones que han permitido esta barbarie? Es hora de que Ecuador transforme su indignación en acción y demuestre que la vida de sus niños es sagrada e intocable. ¿Estamos preparados como sociedad para exigir un cambio real y sostenible?
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