
Archivo: El Solidario. Donald Trump
El mercado libre se ha demostrado tanto cómo el sistema más eficaz para la creación de riqueza, como el sistema más adecuado para la distribución de bienes y servicios.
Puede parecer extraño que desde unos planteamientos en los que se defiende que una sociedad igualitaria, la primera propuesta sea que es necesario un mercado libre de compra y venta de bienes y servicios.
No es tanto el mercado el culpable de las injusticias del capitalismo. Lo es una concepción del mercado en el que las élites reservan al Estado un papel de servidor de sus intereses, y desposeído de las características distributivas y reguladoras (o solo reguladoras cuando les interesa) de la actividad económica.
Los fracasos pasados y presentes de los sistemas llamados “comunistas” de estatización de toda la economía deben servir de lección de humildad al pensamiento progresista para aprender que más estado no equivale a más igualdad, más desarrollo o mejores condiciones para las mayorías sociales.
La URSS y los países del Europa del Este, en el pasado, o Cuba y Corea del Norte, en el presente, señalan caminos equivocados,
Los fracasos pasados y presentes de las políticas neoliberales nos deben enseñar que un mercado desregulado, sin las políticas públicas del Estado del Bienestar, generan desigualdad y pobreza a amplias capas de la sociedad, a las mayorías sociales.
No es cierto el planteamiento neoliberal de “cuanto menos Estado, mejor, cuanto más mercado mejor”. Ese planteamiento es un engaño, ya que la ideología neoliberal se refiere solo a una versión del Estado, aquella en la que ejerce de redistribuidor de la riqueza, ya que la intervención del Estado para favorecer los intereses de las grandes corporaciones es una constante en los países en los que se ha aplicado y aplica las políticas neoliberales.
Las estadísticas del Banco Mundial señalan que los estados africanos y los más pobres del Planeta son precisamente aquellos en los que la presencia del Estado en la economía es más débil (inferior al 20% del PIB), una prueba más de lo falsario del discurso neoliberal.
Ejemplos exitosos
Hay éxitos para el desarrollo socio económico cohesionado de Europa, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, etc., de políticas públicas en las que un mercado libre pero regulado para favorecer la cohesión social ha supuesto años de progreso económico y desarrollo democrático, alcanzando a las mayorías sociales un bienestar y una seguridad que nunca se había logrado en la historia de la Humanidad, ni en otros lugares del Planeta.
Hay éxitos económicos (y también políticos) innegables de estados autoritarios como Rusia y sobre todo de China cuando han combinado la existencia de un mercado libre con un Estado que lo coordina y que establece prioridades.
En estos casos, es el Estado el que le marca los límites al mercado (es decir a las grandes corporaciones empresariales) para dejar claro que no son los dueños de estas empresas los que marcan el rumbo de la sociedad, sino que son las autoridades las que tienen el mando.
Además, en la experiencia China, la existencia de empresas públicas en sectores estratégicos ha supuesto un elemento fundamental en la buena marcha de los resultados económicos de este país.
Lucha por la eliminación de la pobreza
Hay éxitos en la gestión de la economía, en la eliminación de la pobreza y en el desarrollo socio económico de las numerosas experiencias de gobiernos progresistas en la América Latina del siglo XXI.
Millones de personas han salidos de la pobreza porque se han aplicado políticas públicas redistributivas, sin abandonar el sistema de libre mercado, pero dejando claro a las élites locales y las corporaciones internacionales con vocación colonialista, que la soberanía es de los estados democráticos que aplican las políticas en favor de los intereses de las mayorías sociales.
Estas dos experiencias fracasadas, y estos tres éxitos son hechos que debiesen ser aceptados por el común de los analistas, si no fuera por los sesgos ideológicos y las falsedades que las élites ricas aplican para distorsionar esta realidad.
Basándonos en las mismas deberíamos de inferir que la coexistencia de un mercado de bienes y servicios libre pero regulado y con los límites que le establezca el Estado para garantizar el bienestar de las mayorías sociales, y que en ocasiones también aparece como propietario de empresas públicas, parece el sistema que más se acerca al ideal.
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