
El Solidario. La riqueza extrema se construye gracias a los que padecen la pobreza extrema.
¿Limitar el patrimonio de las personas, tanto de los que lo tienen como de los que aspiran a tenerlo supone limitar su felicidad o su libertad?
Hay una vinculación generalizada de la felicidad con el dinero, pero según se ha analizado por diversos estudios si ésta existe, está sobre todo relacionada con el aumento de los ingresos y el patrimonio y no en todos los casos.
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Si el incremento patrimonial logra satisfacer necesidades básicas, la satisfacción personal es mucho mayor, pero a medida que ascendemos en la escalera social, con el incremento patrimonial, la satisfacción se va a reduciendo.
De hecho, el aumento en la posesión material de un super millonario apenas tiene incidencia en su modo de vida y en la satisfacción que le podría suponer. Por tanto, debemos de deducir que el incremento patrimonial de estos super ricos solo lo mueve la codicia y la motivación egoísta por incrementar ilimitadamente su patrimonio.
Por supuesto, las teorías neoliberales que nos hablan de la riqueza de unos pocos suponen el bienestar económico y social del resto, no es científica, es solo una burda mentira.
Más al contrario, partimos que la riqueza extrema se construye gracias a los que padecen la pobreza extrema. La pregunta que debemos de hacernos es ¿Por qué no se puede plantear un límite a esa absurda acumulación de tanto dinero?
Topes a la riqueza de los más ricos
Entendemos que la desigualdad económica extrema es un grave y creciente problema. Para afrontar parece lógico y necesario poner un tope a la riqueza individual si queremos construir un mundo más justo y equilibrado
No se habla mucho de este tema en los grandes medios de comunicación y la razón cualquier lector puede adivinarla sin dificultades: conocemos de la relación entre el mundo empresarial y sus referentes mediáticos, porque los grandes propietarios de empresas (las llamadas élites u oligarquía) también son propietarios de esos grandes medios de comunicación o tienen conexiones de intereses.
Es necesario y deseable conseguir un gran consenso para recuperar el poder económico y político secuestrado por esas élites, en nombre de la democracia. Los grandes patrimonios son el núcleo del problema porque quienes tienen demasiada influencia política, periodística o empresarial están poniendo en cuestión la verdadera calidad de la democracia.
Algo más del 1% de la población mundial posee un patrimonio igual o superior al millón de dólares, pero esa pequeña élite económica es propietaria de más del 45% de la riqueza global.
Su capacidad de influencia es tan desproporcionada que consiguen leyes y decisiones a medida de sus intereses en perjuicio de la mayoría. Actúan con discreción, pretenden siempre que no se note demasiado su influencia sobre el poder político, porque la democracia tiene que aparentar ser la genuina expresión de la voluntad mayoritaria.
Pero cada vez más amplias capas de la sociedad son conscientes que detrás de las grandes decisiones siempre están las élites.
Por ello debemos avanzar hacia una limitación legal al enriquecimiento excesivo, estableciendo una cantidad tope, igual para todos. Algunos movimientos sociales han propuesto 1 millón de dólares. Incluso podría plantearse que fueran 10 millones, 20 millones o 50 millones, o la cantidad que democráticamente se establezca.
La cuestión es abrir el debate para que las mayorías terminen imponiendo lo que resulta justo y además económicamente más eficiente: limitar la riqueza.
El impacto negativo que tiene la desigualdad, no sólo en términos políticos sino también de eficiencia económica aconsejan que abordemos este problema con valentía, pidiendo una legislación que contemple limitaciones salariales o patrimoniales a los muy ricos.