La migración ha dejado de ocupar un lugar destacado entre las principales preocupaciones de los españoles, según el último Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
El estudio revela que solo un 3,2% de los encuestados identifica este tema como uno de los problemas más graves del país, marcando un descenso significativo respecto a años anteriores. En comparación, asuntos como la economía, el desempleo y la calidad de los servicios públicos continúan encabezando la lista de inquietudes ciudadanas. Este cambio refleja una transformación en las prioridades sociales y políticas en España.
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Especialistas en análisis social atribuyen este descenso a diversos factores, entre ellos, la estabilización en los flujos migratorios en los últimos años y la creciente visibilidad de otros desafíos más inmediatos, como la inflación y las tensiones en el acceso a la vivienda.
Cambio de agenda en tema migración
Asimismo, campañas mediáticas menos agresivas sobre el tema y un mayor enfoque en los beneficios de la integración migratoria podrían haber contribuido a que el asunto pierda peso en la agenda pública. La inmigración, que llegó a ser considerada como uno de los temas más divisivos hace una década, ahora ocupa un lugar secundario en el debate político.
Sin embargo, el repliegue de la inmigración como problema no implica su desaparición del discurso público. Las organizaciones especializadas advierten que, si bien la percepción social es menos alarmista, persisten retos en torno a la integración y el acceso a derechos básicos para los migrantes.
En paralelo, algunos partidos políticos mantienen la inmigración como eje de su narrativa, en particular en contextos electorales. Este contraste entre la percepción ciudadana y la retórica política evidencia la complejidad de un fenómeno que, aunque ya no figure entre las principales preocupaciones del país, sigue siendo una pieza clave en el desarrollo de políticas sociales inclusivas y sostenibles.
Mientras para la población española las prioridades cambian y se centran en la calidad de la sanidad pública, la lucha por una vivienda digna o el sistema educativo, entre otras; familias enteras dejan sus hogares y sus países de origen por encontrar una vida más justa sin el sonido de los bombardeos, la falta de recursos básicos o un empleo digno, arriesgándose así la «propia vida» por llegar a sus destinos.
No debemos mirar a un lado, mientras el mar o las fronteras siguen cobrándose vidas, «vidas» que sólo buscan mejorar su bienestar y el de sus familias, su pueblo.
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