La industria textil, impulsada por la moda rápida, se ha convertido en un sector “violento y letal” que devora a los países más pobres.
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Este modelo de producción, que impusieron plataformas como Shein, Zalando, Temu y últimamente Amazon, no solo genera un impacto ambiental devastador, sino que también perpetúa la explotación laboral y la violación de derechos humanos en el sur global.
La industria textil es responsable del 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Además, los residuos derivados de la producción de moda rápida acaban en vertederos e incineradoras, contaminando el aire y las aguas subterránea.
Países como Ghana reciben anualmente más de 152.600 toneladas de residuos textiles, convirtiéndose en el vertedero de Europa. En Accra, la capital de Ghana, se encuentra uno de los mayores macrovertederos del mundo, donde se acumulan montañas de ropa desechada por el norte global.
Explotación laboral y violación de derechos humanos
La producción textil en países empobrecidos se caracteriza por condiciones laborales inhumanas. Trabajadores, incluidos niños, son sometidos a jornadas extenuantes y salarios miserables.
En fábricas clandestinas de Nepal, por ejemplo, los trabajadores enfrentan condiciones de esclavitud moderna, con jornadas de 12 a 15 horas diarias y sin derechos laborales. Además, estas prácticas son comunes en otros países como China, India, Vietnam y Taiwán, entre otros.
La explotación laboral en la industria textil no solo afecta a los trabajadores, sino que también pone en riesgo la salud de las comunidades locales debido a la contaminación de los cursos de agua con sustancias químicas tóxicas.
Un modelo insostenible
El modelo de moda rápida ha llevado a un aumento desproporcionado de la producción textil, exacerbando los problemas ambientales y sociales.
La externalización de los impactos negativos de la producción a los países más pobres es una práctica común en la industria textil, que busca maximizar beneficios a costa de la justicia social y la sostenibilidad.
La Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha señalado que la moda es la segunda industria más contaminante del planeta, solo superada por la petrolera.
La campaña “Good Clothes, Fair Pay” busca implementar una legislación europea que garantice salarios dignos y condiciones laborales justas en el sector de la confección. Es crucial que los consumidores también tomen conciencia de los costos humanos y ambientales de la moda rápida y opten por alternativas más sostenibles.
¿Crees que los consumidores tienen un papel importante en la transformación de la industria textil hacia un modelo más sostenible?