
Fachada del Colegio Retiro en Madrid. Fuente: El Salto
Una joven, víctima de acoso escolar, exige una disculpa que la Comunidad de Madrid ignora. ¿Justicia sin reparación?
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El caso de una joven víctima de acoso escolar en Madrid ha dejado en evidencia una preocupante falta de empatía institucional. A pesar de haber ganado una sentencia que reconoce el daño sufrido, la Comunidad de Madrid se niega a ofrecer una disculpa pública. Este silencio no solo invisibiliza el sufrimiento de la joven, sino que refuerza la sensación de impunidad. La sentencia judicial señala claramente la responsabilidad del centro educativo por no haber protegido a la menor, pero la falta de un gesto simbólico de disculpa añade más dolor a una situación ya de por sí traumática.
Una sentencia que evidencia la falta de acción
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid determinó que la Comunidad había fallado al no proteger a la víctima. Durante años, la menor fue sometida a un acoso sistemático que afectó gravemente su salud mental, mientras las autoridades del centro minimizaban la situación. «Sentí que estábamos solos en nuestra lucha», expresó la madre de la joven, quien denunció repetidamente sin recibir apoyo. A pesar de la contundencia del fallo, la Comunidad sigue sin asumir su responsabilidad pública y moral.
La familia lleva años enfrentando un proceso legal que ha sacado a la luz la negligencia de las instituciones educativas. El colegio, en lugar de intervenir para detener el acoso, optó por el silencio y la inacción. La madre de la joven declaró: «Lo más doloroso fue la indiferencia, como si no importara lo que estaba pasando». Esta falta de respuesta institucional solo agrava el impacto del acoso en la víctima, que buscaba amparo en las autoridades.

Una disculpa que nunca llega
Aunque el fallo judicial marca un importante precedente, la negativa de la Comunidad a disculparse deja a la familia en una lucha continua por el reconocimiento del daño. La madre insiste en que no buscan venganza, sino una reparación moral que ayude a cerrar las heridas. «No pedimos más que una disculpa, un gesto que reconozca el dolor que vivimos», afirma. La ausencia de este acto simbólico perpetúa el sufrimiento de la joven y su familia, que siguen esperando un mínimo de humanidad por parte de las autoridades.
La falta de disculpas públicas por parte de la Comunidad de Madrid plantea preguntas sobre el compromiso real de las instituciones con la protección de los menores. Las víctimas no solo necesitan justicia legal, también requieren reparación emocional. Al no reconocer su error, la administración sigue revictimizando a quienes ya han sufrido.
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Fuente: El Salto