A pesar de ser condenado a 18 años por abusar de su hija, todavía sigue libre. ¿Dónde está la justicia cuando se la necesita?
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G. M. R., condenado por violar a su hija en cuatro ocasiones, continúa libre mientras la justicia se demora en ejecutar su sentencia. Aunque el tribunal lo halló culpable y dictó 18 años de prisión, este hombre sigue llevando una vida normal, con empleo y libertad. Mientras tanto, su hija, quien debería estar protegida, vive bajo estrictas medidas de seguridad, como un botón antipánico, para evitar que su agresor se acerque.
Un sistema que protege al agresor, no a la víctima
La menor vive en constante miedo y angustia, mientras el condenado sigue disfrutando de su libertad. Las medidas de protección, como el botón antipánico y la orden de alejamiento, se han demostrado insuficientes en demasiados casos. La demora en la ejecución de la sentencia refleja una alarmante ineficacia en el sistema judicial, que permite que un abusador convicto siga libre mientras su víctima no puede llevar una vida normal.
Este caso muestra claramente las fallas del sistema judicial en casos de violencia sexual. A pesar de que se ha demostrado la culpabilidad de G. M. R., el hecho de que aún no esté en prisión deja una profunda herida en la lucha contra la impunidad. La justicia, cuando llega tarde, no es justicia.
Una condena que no se cumple, una niña que no es libre
Aún sin una fecha clara para la sentencia firme, la detención del culpable se sigue postergando, prolongando el sufrimiento de la víctima y su familia. La burocracia y la inacción del sistema judicial permiten que el condenado siga trabajando y llevando su vida con normalidad. Este retraso genera una enorme frustración y una justificada indignación en quienes observan cómo un caso tan grave no tiene la respuesta que merece.
El abuso infantil es un delito que deja cicatrices imborrables, y la justicia tiene la responsabilidad de proteger a las víctimas. Sin embargo, en este caso, el sistema parece más interesado en proteger al agresor, manteniéndolo libre mientras la niña sigue encarcelada en el miedo.
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