
Imagen: eldiario.es. El Solidario. Claudia Muñoz Campillo divulga sobre violencia sexual en la infancia y acompaña a otras personas que han vivido algo así. Foto cedida
Claudia Muñoz Campillo sufrió abusos sexuales por parte de su abuelo materno desde los 7 hasta los 19 años. Hoy, a sus 22 años, utiliza sus redes sociales para concienciar sobre la violencia sexual infantil y brindar apoyo a otras víctimas.
Durante más de una década, Claudia enfrentó agresiones sexuales de quien debía protegerla. Aunque era consciente de que aquello no estaba bien, no podía nombrarlo ni entenderlo completamente.
Este tipo de abuso intrafamiliar suele ir acompañado de manipulación y amenazas, creando en la víctima sentimientos de culpa y vergüenza que dificultan la denuncia.
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Las secuelas psicológicas de estos abusos son profundas y duraderas. Claudia ha lidiado con trastornos alimenticios, autolesiones y problemas de autoestima.
Según RAINN, los sobrevivientes de abuso sexual infantil pueden experimentar dificultades en las relaciones íntimas, sentimientos de culpa y baja autoestima.
Divulgadora y apoyo emocional a través de sus redes sociales
A través de su perfil de Instagram, Claudia comparte su proceso de recuperación y ofrece un espacio seguro para que otras víctimas cuenten sus historias.
Además, ha fundado la asociación Mar de Mariposas, donde acompaña a sobrevivientes y realiza talleres de concienciación. Su labor es fundamental para visibilizar una realidad que, según datos, afecta a numerosos menores en España.
Los agresores sexuales infantiles suelen ser personas cercanas a la víctima, como familiares o figuras de confianza. Esta proximidad facilita el abuso y complica su detección, ya que los niños pueden sentirse confundidos o temerosos de revelar lo sucedido.
La educación sexual en menores es muy importante
Para Claudia, la educación sexual desde edades tempranas es clave para prevenir estos abusos.
Considera que enseñar a los niños sobre su cuerpo y límites puede empoderarlos y reducir la vulnerabilidad frente a posibles agresores. Además, aboga por romper el tabú en torno a la violencia sexual infantil y fomentar entornos donde las víctimas se sientan escuchadas y apoyadas.
La historia de Claudia es un testimonio de resiliencia y compromiso en la lucha contra la violencia sexual infantil.
Su valentía al compartir su experiencia y ayudar a otros es un faro de esperanza para quienes han vivido situaciones similares.
Una denuncia social
Desde estas líneas, denunciar que la agresión sexual infantil dentro del núcleo familiar es una realidad alarmante y silenciada.
En muchos hogares, quienes deberían proteger terminan siendo los agresores, aprovechándose de la confianza y la vulnerabilidad de los menores.
El miedo, la vergüenza y la manipulación impiden a las víctimas hablar, perpetuando un ciclo de abuso devastador. Es fundamental romper el silencio, promover la educación sobre el consentimiento desde la infancia y garantizar sistemas de apoyo efectivos.
La sociedad debe dejar de mirar hacia otro lado y actuar con determinación para proteger a los niños de quienes, tristemente, deberían ser su refugio.
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