En el ámbito de los ‘Proyectos Integrales’, la formación enmarcada dentro del proceso de inserción laboral se erige como un componente esencial para mejorar la empleabilidad de los participantes.
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Sin embargo, más allá de la mera adquisición de habilidades técnicas, existe un factor que a menudo se pasa por alto pero que resulta vital para el éxito del aprendizaje: la motivación.
La motivación como motor del aprendizaje significativo
Ramón Flores González, docente y psicólogo de la Red Araña, destaca que la motivación no es simplemente un complemento, sino uno de los pilares fundamentales que sostiene cualquier proceso formativo.
Según Flores, tanto el alumnado como el docente tienen un papel esencial en la dinámica educativa, ya que la calidad de la experiencia de aprendizaje depende en gran medida de la motivación compartida entre ambas partes.
“No se trata solamente de transmitir información o conocimientos, sino de generar un entorno dinámico y participativo donde el aprendizaje sea compartido, atractivo y, sobre todo, significativo”, subraya Flores González.
Este enfoque no solo refuerza el compromiso de los estudiantes, sino que también les permite internalizar lo aprendido, conectándolo con sus propias experiencias y expectativas de futuro.
La motivación, explica Flores, actúa como el motor que impulsa el interés y el esfuerzo del alumnado. Para que este proceso sea efectivo, es crucial captar su atención desde el primer momento y mantenerla a lo largo del tiempo mediante estrategias pedagógicas que logren conectar con sus intereses y aspiraciones personales.
La clave del éxito no reside solo en el contenido académico, sino en la capacidad de los docentes para hacer que el conocimiento tenga un valor tangible en la vida cotidiana o en el futuro laboral de los estudiantes.
Este proceso, añade Flores, se convierte en una creación de conocimiento colectivo cuando se promueve un ambiente donde el diálogo y la reflexión conjunta son esenciales. Aquí, el docente no es solo un transmisor de información, sino un facilitador y guía que despierta la curiosidad, estimula el pensamiento crítico y fomenta la confianza, generando un entorno de aprendizaje enriquecedor.
De esta manera, la motivación se transforma en el hilo conductor que une y fortalece tanto a docentes como a estudiantes, creando un entorno formativo no solo efectivo, sino también duradero y de calidad.
FUENTE: Red Araña