
El mar no es un vertedero, protesta contra los vertidos contaminantes en Tenerife / Toma EFE / El Solidario
Olores, residuos, desinformación y enfermedades son los síntomas del fracaso
Un centenar de personas, en su mayoría surfistas, participaron este domingo en una manifestación en Playa Honda (municipio de Arona, Tenerife) para denunciar los vertidos contaminantes al mar y el deterioro de la calidad del agua. La protesta fue convocada por la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN) y el colectivo Alianza Local, que organizaron un acto simbólico de paddle out, formando un círculo en el mar como protesta tradicional del mundo del surf.
Los manifestantes portaban carteles denunciando una situación que, afirman, pone en riesgo la salud pública y el equilibrio ecológico del litoral. Exigen medidas eficaces para garantizar la seguridad de las aguas de baño.
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Durante la lectura del manifiesto, los colectivos alertaron sobre la presencia habitual de toallitas, tampones, residuos sanitarios, olores químicos, manchas marrones y episodios de enfermedades entre usuarios de las playas. Denuncian que el sistema de saneamiento está en condiciones deficientes y que las autoridades no activan protocolos ni cierran playas cuando hay evidencias de contaminación.
También reclamaron análisis exhaustivos y periódicos y que sus resultados se publiquen de forma clara y accesible. Además, exigieron la modernización del sistema de depuración y que se asuman responsabilidades políticas y técnicas.
Según Carla Henríquez, portavoz de los colectivos, están valorando acciones legales contra el Cabildo de Tenerife por negligencia. La surfista denunció que, pese a los comunicados oficiales que aseguran el buen estado del agua, el litoral muestra continuamente señales de contaminación.
La salud del ecosistema es salud colectiva
Henríquez también denunció que socorristas y pescadores locales son conscientes del problema pero no reciben órdenes de cerrar las playas, lo que agrava la exposición de la población.
Las playas no deberían ser zonas de riesgo, afirman los colectivos. Las aguas públicas, espacios de ocio y biodiversidad, no pueden ser víctimas de fugas, abandono institucional y opacidad informativa. La ciudadanía exige respuestas y acciones.
Igualmente, entender qué desechamos, cómo gestionamos nuestros residuos y cómo impacta esto en el entorno es fundamental para evitar que el mar se convierta en un vertedero sin límites. Exigir responsabilidad política es también una forma de proteger la vida.
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