Denunciar el malestar sin ofrecer soluciones reales es irresponsable, ¿cómo podemos transformar esa frustración?
También puede interesar: Europa olvida sus principios, sacrifica derechos humanos y prioriza frenar la migración
El feminismo está atrapado en una espiral de malestar. Alicia Valdés denuncia que el movimiento se ha centrado en señalar lo que está mal, sin ofrecer soluciones reales. La crítica sin alternativas es agotadora y, al final, estéril. “No basta con exponer el malestar”, advierte Valdés, “si no damos un paso hacia la acción, estamos contribuyendo al mismo sistema que criticamos”. El feminismo debe dejar de quedarse en la denuncia y construir propuestas que realmente transformen las vidas de las mujeres.
Denunciar no es suficiente
Valdés critica con dureza la política feminista actual, basada casi exclusivamente en la exposición del malestar. La denuncia es imprescindible, pero si se convierte en un fin en sí mismo, se vuelve tóxica. “El feminismo no puede limitarse a gritar lo que está mal sin trazar un plan de acción”, advierte Valdés. Esta falta de alternativas genera un agotamiento colectivo, ya que el malestar no se transforma en un motor de cambio, sino en una herramienta de desgaste.
El problema de quedarse en la denuncia es que, al final, no cambia nada. Valdés insiste en que “seguir hablando del malestar sin ofrecer salidas nos condena a un círculo vicioso”. Las palabras son poderosas, pero si no van acompañadas de soluciones, terminan vacías. El feminismo necesita actuar, transformar esa frustración en políticas reales que mejoren la vida de las mujeres.
Construir un feminismo que transforme
Para Valdés, el reto del feminismo actual es claro: proponer alternativas concretas. El malestar nos ha permitido visibilizar muchas injusticias, pero esa no puede ser la meta final. “El feminismo debe construir, no solo señalar”, insiste Valdés. Es necesario que las voces que denuncian también sean las que planteen soluciones, que propongan cambios en el sistema que critican. El malestar es solo el primer paso, pero el feminismo debe avanzar hacia algo más profundo: la transformación social.
Alicia Valdés cree que si el feminismo sigue atrapado en la denuncia perpetua, corre el riesgo de agotarse y perder su poder transformador. “No podemos seguir limitándonos a gritar”, concluye. Es momento de actuar, de hacer propuestas reales, aplicables, que permitan un verdadero cambio. El feminismo debe pasar de ser una protesta a ser una fuerza transformadora que construya el futuro que queremos.
¿Qué propuestas feministas aportarías para transformar el malestar en acción? Participa y deja tu opinión.
Fuente: El Salto Diario