
Archivo: El Solidario. Enrique Morente
En la presentación de uno de los discos más enigmáticos, experimentales, profundos y conmovedores de la cultura musical española, es decir, en la presentación de Omega del cantaor flamenco Enrique Morente y el grupo de rock granadino Lagartija Nick con letras de Lorca y Leonard Cohen en el Teatro Albéniz de Madrid, la mayoría de los asistentes se levantó airada insultando lo que se convertiría en el disco que, junto a la Leyenda del Tiempo de Camarón, marcarían un antes y un después en el flamenco.
A día de hoy, cualquier melómano adora este disco como si fuese creación de la propia Virgen María. Y es que, Omega, o más bien, el maestro Enrique Morente, coleccionista de botines al más puro estilo rocanrolero, además de estar inspirado por los dioses, era rebelde como un diablo.
En nombre suyo y de su relación artística con Barcelona, se ha creado el documental Morente i Barcelona rodado a principios del 2000 y que retrata el proceso creativo del cantaor durante una serie de colaboraciones con músicos de jazz, música contemporánea y sonidos experimentales en la capital catalana.
Su creador, el periodista musical y realizador Jordi Turtós y su ideólogo Luis Cabrera, construyen un documento honesto y revelador, donde Morente aparece en estado puro: ensayando, improvisando, compartiendo ideas con artistas tan diversos como Chano Domínguez, las Voces Búlgaras, Agustí Fernández, Chicuelo o músicos de la escena alternativa barcelonesa.
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Cataluña y Morente
En Cataluña, Morente encontró un espacio fértil para la experimentación artística. En el Taller de Músics compartió experiencias con jóvenes talentos como Mayte Martín, Miguel Poveda, Juan Gómez Chicuelo o Ginesa Ortega, y exploró fusiones con el jazz junto a figuras internacionales como Max Roach, Pat Metheny o Chano Domínguez.
Y es que Barcelona no fue un simple lugar de paso en la carrera del cantaor. En la ciudad condal Enrique Morente reconocía sentirse libre y acogido en un entorno que le permitió experimentar sin miedo. Un lugar donde su flamenco podía y debía dialogar con otras músicas.
Como lenguaje profundo de conexión emocional y artística con otras culturas, queda patente la pasión de Morente por reivindicar el flamenco como música del mundo a través del encuentro, más allá de la fusión.
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