
Farias, de 45 años, no era un atleta profesional. Inspirado por el navegante Amir Klink, dejó su carrera ejecutiva y se preparó durante ocho meses para su desafío.
Farias, de 45 años, no era un atleta profesional. Inspirado por el navegante Amir Klink, dejó su carrera ejecutiva y se preparó durante ocho meses para su desafío. Con el apoyo del Instituto del Corazón (InCor) de Brasil, se sometió a un seguimiento médico riguroso, incluyendo pruebas de ergoespirometría y ecocardiogramas periódicos.
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Los resultados, publicados en la revista Arquivos Brasileiros de Cardiologia, fueron sorprendentes:
- Sin daño miocárdico: Los niveles de troponina, marcador de daño cardíaco, se mantuvieron estables.
- Adaptación fisiológica: No se detectaron cambios estructurales patológicos en el corazón.
- Riesgo controlado: La intensidad moderada del ejercicio evitó efectos negativos como fibrosis o arritmias.
El cardiólogo deportivo Filippo Savioli, aunque no participó en el estudio, destacó que la clave fue la intensidad moderada y la recuperación adecuada. Un esfuerzo más intenso podría haber tenido consecuencias negativas.
La hazaña de Hugo Farias demuestra que, con preparación adecuada y monitoreo médico, el cuerpo humano puede adaptarse a desafíos extremos. Su historia inspira a explorar los límites de la resistencia humana y resalta la importancia de la ciencia en el deporte.
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