La crisis del alquiler en España ha alcanzado niveles alarmantes: más del 50% de los arrendatarios destinan más de un sueldo para cubrir la renta mensual, situándose esta en una media superior a los 900 euros. La especulación inmobiliaria y la falta de regulación eficaz agravan un problema que empuja a miles a vivir al borde de la precariedad o en situaciones de infravivienda.
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Precios más altos y contratos más cortos
La oferta de alquiler ha disminuido un 37% en el último año, mientras que la demanda ha crecido más del 20%. Esto ha disparado los precios, obligando a muchas familias a recurrir a pisos compartidos o a viviendas más pequeñas. Además, los contratos temporales, cada vez más frecuentes, acentúan la inestabilidad, especialmente entre los jóvenes, quienes destinan hasta el 56% de sus ingresos al alquiler.
En respuesta, algunas propuestas como la fiscalidad más alta a pisos turísticos y la inversión en vivienda pública buscan equilibrar el mercado. Sin embargo, los esfuerzos resultan insuficientes frente al crecimiento exponencial de la especulación. Las políticas de vivienda pública solo representan un 1% del PIB, muy por debajo de otros países europeos.
Ante esta situación, urge un cambio estructural que priorice el derecho a una vivienda digna sobre los intereses especulativos. Es imperativo que la sociedad y los gobiernos actúen para garantizar que el hogar deje de ser un lujo inaccesible. Porque, como sociedad, debemos reflexionar:¿qué precio estamos dispuestos a pagar por convertir la vivienda en un negocio en lugar de un derecho?
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