
Ilustración: El Solidario. El 2024 fue un año de lecciones para América Latina, una muestra tangible de los peligros del neofascismo y la importancia de la organización social para contrarrestarlo.
El 2024 marcó un punto de inflexión en América Latina, una región que enfrentó el auge de gobiernos autoritarios y políticas regresivas, pero que también demostró que la esperanza sigue viva en los movimientos sociales y en las luchas por la justicia. Desde Bolivia hasta Argentina, pasando por la sombra de Trump en Estados Unidos, este año dejó lecciones cruciales para el futuro de la región.
En Bolivia, comenzó el ocaso de un proceso de cambio
El país andino vivió la implosión de un modelo que prometía inclusión y justicia social. El gobierno perdió credibilidad ante la población debido a denuncias de corrupción y falta de respuestas efectivas frente a la crisis económica.
Las divisiones internas en el Movimiento al Socialismo (MAS) debilitaron la agenda progresista, dejando al país en una encrucijada política y social que podría tener repercusiones en el resto de la región.
Argentina y el experimento ultraderechista de Milei
En su primer año al frente del gobierno, Javier Milei implementó políticas ultraliberales que, aunque inicialmente estabilizaron la inflación, lo hicieron a costa del deterioro de los salarios y las jubilaciones.
La pobreza alcanzó niveles alarmantes mientras la desigualdad se disparó, evidenciando que los costos sociales del modelo económico del mandatario son insostenibles a largo plazo. Las movilizaciones populares y los reclamos sindicales aumentaron, mostrando que la resistencia sigue vigente en el país austral.
Trump amenaza a la migración y defiende el proteccionismo
En el norte del continente, la amenaza del expresidente Donald Trump contra los migrantes latinos generó pánico y una nueva crisis migratoria. La posible reinstauración de políticas draconianas, como la separación de familias y el endurecimiento de las deportaciones, intensificó el éxodo de miles de personas que buscan refugio en Estados Unidos.
Esto añadió presión a países como México y Centroamérica, que ya enfrentan problemas estructurales para atender las necesidades de los desplazados.
La crisis política en Venezuela marca la polarización y la lucha por un cambio
En Venezuela, la batalla política continuó con una oposición debilitada y un gobierno que mantiene su control sobre las instituciones clave. A pesar de ello, el hartazgo de la población ante la crisis económica y la falta de libertades se tradujo en protestas masivas. Movimientos sociales emergentes y organizaciones comunitarias mantuvieron viva la demanda de un cambio político y social, mostrando que la esperanza no está perdida en la nación sudamericana.
Esperanza en medio de la adversidad
A pesar de los desafíos, la región también vivió destellos de esperanza. El fortalecimiento de movimientos feministas y ambientalistas marcó una pauta de resistencia frente a los retrocesos sociales. Además, la elección de gobiernos progresistas en países como Chile y Colombia dio señales de que las alternativas al modelo neoliberal aún tienen cabida en América Latina.
El 2024 fue un año de lecciones para América Latina, una muestra tangible de los peligros del neofascismo y la importancia de la organización social para contrarrestarlo.
¿Será 2025 el año en que los pueblos de la región logren consolidar proyectos inclusivos y sostenibles, o continuarán enfrentando los embates del autoritarismo? El futuro de América Latina sigue siendo una lucha entre los fantasmas del pasado y la esperanza de un mañana más justo.
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