A dos años de la Ley de Memoria, las víctimas siguen esperando respuestas. ¿Hasta cuándo se les seguirá ignorando?
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La Ley de Memoria Democrática, que prometía justicia, ha avanzado a un ritmo desesperantemente lento. Aunque se han reconocido avances simbólicos, como la exhumación de 5.600 restos, las víctimas del franquismo y sus familias siguen esperando lo esencial: respuestas reales y medidas contundentes. Las promesas del Gobierno parecen quedarse en papel, mientras el tiempo corre en contra de quienes han esperado justicia durante décadas.
Avances insuficientes, víctimas olvidadas
Durante estos dos años, se ha logrado la exhumación de 5.600 cuerpos, pero solo el 11% de las víctimas han sido identificadas. A pesar de haber movilizado más de 20 millones de euros para las exhumaciones, muchas fosas siguen cerradas, y la identificación avanza a cuentagotas. «Mi madre preguntaba, yo sigo preguntando por mi abuelo», dice María Antònia Oliver, presidenta de Memoria de Mallorca, reflejando la frustración y desesperación que siente gran parte del colectivo.
La creación del Consejo de la Memoria, un órgano fundamental para el desarrollo de la ley, aún sigue en el aire. Sin su existencia, aspectos clave como la revisión de las incautaciones del franquismo se ven paralizados. «El tiempo se acaba, los deudos están muriendo sin respuestas», afirma Jorge Suárez, miembro de Héroes por la Libertad y la Democracia. Las víctimas y sus familiares, que han esperado décadas, ahora ven cómo sus esperanzas de justicia se desvanecen ante la ineficacia gubernamental.
El sufrimiento sigue sin reparación
A pesar de los esfuerzos por exhumar cuerpos y otorgar reconocimientos, la Ley de Memoria no ha alcanzado la celeridad ni profundidad necesarias. El Gobierno, a dos años de su implementación, no ha cumplido con lo prometido, y el dolor de las víctimas sigue latente. «El 11% es una burla«, enfatiza Suárez. Se necesita una mayor inversión y un compromiso real por parte del Estado para resolver lo que es, para muchos, una deuda histórica.
El clamor de las víctimas y sus familias sigue resonando: quieren respuestas, justicia y dignidad. El tiempo corre, y para muchas de ellas, ya es demasiado tarde. El Gobierno debe acelerar los procesos para que ninguna víctima más quede en el olvido. ¿Hasta cuándo seguirán esperando?
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Fuente: infoLibre