El Parque Nacional de Doñana, uno de los humedales más emblemáticos de Europa, enfrenta una crisis sin precedentes. En 2024, las altas temperaturas y la sequía extrema han reducido la presencia de aves acuáticas invernantes a cifras históricamente bajas. Según los datos más recientes, la población de estas especies ha caído hasta en un 70 % en comparación con la media de las últimas décadas.
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Un ecosistema en declive
Las temperaturas récord y la falta de lluvias llevan a Doñana a un mínimo histórico de aves acuáticas invernantes. Las cifras son alarmantes en 2024 se han contabilizado apenas 60.000 ejemplares de aves acuáticas, una cifra que contrasta con los más de 200.000 que solían poblar el humedal en temporadas anteriores. Esta drástica reducción es consecuencia directa del cambio climático y la sobreexplotación de los recursos hídricos en la zona.
El calentamiento global ha intensificado las sequías en Doñana, reduciendo el nivel freático y limitando la disponibilidad de agua en lagunas y marismas. A esto se suma la presión agrícola y el uso intensivo de acuíferos para el regadío, que agravan aún más la crisis hídrica del parque.
La lucha por la conservación
Organizaciones ecologistas y científicos han vuelto a alertar sobre la urgencia de aplicar políticas de conservación más estrictas. La reducción del uso de aguas subterráneas y la restauración de humedales naturales son algunas de las medidas propuestas para mitigar la crisis. Sin embargo, los esfuerzos deben ser inmediatos y coordinados entre las administraciones locales, nacionales y europeas.
¿Estamos a tiempo de salvar Doñana o será otro testigo más del colapso ecológico global?
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