Cambio Climático tiene un impacto devastador en niños y adolescentes, como se evidencia en la DANA de Valencia
Fausto 
Tomada Aldeas Infantiles/El Solidario. Se estima que, en 2050, ocho veces más niños estarán expuestos a olas de calor extremas.
El cambio climático está teniendo un impacto devastador en la vida de los niños y adolescentes en todo el mundo. Un claro ejemplo de esto es la reciente DANA que azotó Valencia, afectando a más de 163,000 menores.
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Este fenómeno meteorológico extremo no solo causó daños materiales, sino que también dejó una huella imborrable en la vida de los más jóvenes.
La DANA en Valencia, un ejemplo de la crisis climática
La DANA en Valencia es un reflejo de cómo el cambio climático está intensificando los fenómenos meteorológicos extremos. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), más de 163,000 niños, niñas y adolescentes viven en los municipios afectados, y de estos, unos 71,000 residen en localidades gravemente perjudicadas.
Las inundaciones y lluvias torrenciales no solo destruyeron hogares y escuelas, sino que también interrumpieron la educación de aproximadamente 40,000 menores, de los cuales más de 24,000 han sido realojados en otros centros educativos temporalmente.
El último informe de UNICEF destaca que los niños son particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático. Se estima que, en 2050, ocho veces más niños estarán expuestos a olas de calor extremas, tres veces más a inundaciones fluviales extremas y casi el doble a incendios forestales extremos en comparación con los años 2000. Estos eventos climáticos no solo ponen en riesgo la salud física de los menores, sino que también afectan su bienestar emocional y mental.
Es urgente que los gobiernos y las organizaciones internacionales tomen medidas urgentes para mitigar los efectos del cambio climático y proteger a los niños y adolescentes. La implementación de políticas ambientales sostenibles y la inversión en infraestructuras resilientes son pasos esenciales para garantizar un futuro seguro para las próximas generaciones.
¿Cómo podemos, como sociedad, garantizar que los niños y adolescentes no sean las principales víctimas del cambio climático?
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