La ex canciller alemana Angela Merkel ha lanzado una dura advertencia a su sucesor, Olaf Scholz, y a su coalición de gobierno por permitir, por primera vez, una mayoría parlamentaria con el partido de ultraderecha AfD (Alternativa para Alemania).
En un contexto de creciente auge de los populismos y las políticas antiinmigratorias en Europa, Merkel ha reprochado esta decisión, subrayando que «ha permitido, por primera vez, una mayoría con la AfD», un partido conocido por su retórica xenófoba y su oposición a los derechos de los migrantes.
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El hecho ocurrió durante una votación en el Bundestag (Parlamento alemán) sobre una propuesta de endurecimiento de las políticas migratorias, en la que el gobierno de Scholz, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, se alineó con la AfD para aprobar la medida.
Este giro ha generado un intenso debate político y social, ya que supone un precedente peligroso en un país donde el fantasma del nazismo sigue siendo una herida abierta.
Merkel, quien durante su mandato mantuvo una postura más abierta hacia los refugiados, especialmente durante la crisis migratoria de 2015, ha expresado su preocupación por el avance de la ultraderecha y las políticas restrictivas que criminalizan a los migrantes.
Su crítica no solo apunta a Scholz, sino también a la normalización de discursos que, según ella, amenazan los derechos humanos y los valores democráticos.
El auge de la AfD no es un fenómeno aislado. En los últimos años, partidos de ultraderecha han ganado terreno en Europa, desde Italia hasta Francia y España, impulsados por el miedo al «otro» y la explotación de crisis económicas y sociales.
Estas fuerzas han promovido políticas antiinmigratorias, recortes en la ayuda humanitaria y un discurso de odio que divide a las sociedades.
La decisión de Scholz de pactar con la AfD no solo ha sido criticada por Merkel, sino también por organizaciones defensoras de los derechos humanos, que advierten sobre el riesgo de legitimar a un partido que ha sido vinculado con grupos extremistas.
En un mundo donde las crisis migratorias seguirán aumentando debido a conflictos, cambio climático y desigualdades, es fundamental recordar que los migrantes no son una amenaza, sino personas que huyen de la violencia y la pobreza.
Como dijo Merkel en su momento: «Si ahora tenemos que empezar a disculparnos por mostrar una cara amable en situaciones de emergencia, entonces este no es mi país«. Hoy, más que nunca, es necesario defender los derechos humanos y rechazar cualquier forma de odio y exclusión.
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